Opinión

Cálculos electorales

La legislatura está parada y España es un país a la espera

España es un país a la espera. Aguarda con una discreta preocupación lo que suceda en las tres fechas marcadas en el calendario que están en la mente de todos. Mientras, el Gobierno simula que actúa y la gente se entretiene en sus asuntos. La situación es consecuencia de la compleja mayoría parlamentaria ensamblada para apoyar la investidura de Pedro Sánchez. Los partidos que la componen son ahora rivales en disputa por el voto. El confuso panorama político ni siquiera se despejará en las urnas, sino cuando se formen los gobiernos autonómicos. La incertidumbre es tal que se pone en duda la formación del ejecutivo de la Generalitat y no se descarta la repetición electoral. Hasta se aventura la posibilidad de una convocatoria de elecciones generales, dependiendo de la evolución de los acontecimientos durante el verano.

Pocas veces unas elecciones han dado pie a tantas conjeturas sobre lo que ocurrirá después de que se haga público el escrutinio. En torno a las elecciones vascas del próximo domingo las especulaciones se centran en dos incógnitas: qué partido ganará y quién será el lendakari. En las doce elecciones anteriores, el PNV solo ha tenido una derrota, en 1986, frente al PSOE. En esta ocasión, la victoria se dirime entre los nacionalistas de derechas y los de izquierdas. La mayoría de las encuestas reflejan un cruce de tendencias, declinante la del PNV, que perdería votos y escaños, y ascendente la de EHBildu, que aumentaría su apoyo electoral y sus escaños en el parlamento autonómico. Los sondeos auguran una victoria por la mínima del PNV, excepto uno, el publicado esta semana por el CIS, que coloca a la coalición independentista en cabeza, más de dos puntos por encima. EHBildu cuenta con el respaldo firme de sus votantes. El PNV y el PSOE, por el contrario, tienen entre sus electores el mayor porcentaje de indecisos y el primero una fuga notable de votos hacia su principal adversario, EHBildu.

La encuesta del CIS podría suscitar una reacción de los votantes peneuvistas y socialistas que vacilan. Los dirigentes de EHBildu son conscientes de ello y procuran extremar la prudencia, evitando cualquier gesto o declaración que provoque una decisión a la contra. Su triunfo es por primera vez una posibilidad real. Y, pensando en la formación del Gobierno, esta es la hipótesis más incómoda. En el caso de que gane las elecciones el PNV, se da por hecho que renovará la coalición con el PSOE. Incluso si el PNV quedara en segundo lugar, el candidato de EHBildu parece resignado a permanecer en la oposición durante una legislatura, confiado en que tras las siguientes elecciones el ambiente sea más propicio y le permita gobernar. A pesar de que el candidato del PSOE ha comprometido su palabra al anunciar que no lo apoyará en ningún caso, Ochandiano ha asegurado que el respaldo de EHBildu al Gobierno de Pedro Sánchez no está en riesgo, pues la prioridad de los suyos es cerrar el paso a la derecha.

Pero habrá que ver la posición que adopta cada partido tras conocer el resultado. Se hace difícil pensar que EHBildu, una coalición independentista, renuncie al Gobierno de "su" nación en el momento que disfruta de su primera victoria en unas elecciones vascas. A los votantes les costaría aceptar tal sacrificio. Tampoco hay muchos precedentes en la historia política de semejante cesión. De hecho, ya ha propuesto una coalición de los partidos nacionalistas y de la izquierda estatal para impulsar lo que denomina, coincidiendo con el PNV, el reconocimiento nacional y "un nuevo estatus político" del País Vasco. Por otra parte, el PSOE se ha desdicho más de una vez en sus relaciones con EHBildu, y Pablo Iglesias ha irrumpido en la campaña electoral, en pleno cisma entre Sumar y Podemos, reclamando un concierto de toda la izquierda, desde el PSOE hasta EHBildu, que excluya al PNV.

La estabilidad del Gobierno de Pedro Sánchez está en el aire. Lo mejor para él es una victoria del PNV. Si gana EHBildu, la presión a la que se verá sometido no será fácil de soportar. Aún así, la formación del Gobierno vasco presenta menos complicaciones. En Cataluña, el proceso puede convertirse en una agonía y traer graves consecuencias a la política española. Recordemos que la legislatura está parada, el Congreso no va a aprobar unos presupuestos para este ejercicio, aunque sea lo más conveniente, y el Gobierno tendrá que conceder prioridad a la política internacional, endurecida y peligrosa, terreno en el que los socios de la mayoría parlamentaria apuntan con frecuencia en direcciones opuestas.

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