Opinión

Se ve el cartón (*)

En la larga espera para que desvele si se va o se queda, hay una pregunta inevitable ¿por qué ha recurrido a escribir una carta de amor tan delatora, mezclando sentimientos personales con emergencias políticas? No parece una despedida, lo convierte más bien en un alegato, a beneficio de obra, para no marcharse.

Hay un viejo axioma en política que dice que las dimisiones no se anuncian, se presentan. Esta es una dimisión anunciada, no presentada, por eso empieza a cundir la duda de si realmente va a haber una deserción o no.

Lo cierto es que no faltan los motivos para irse... un Gobierno sin presupuestos; dos comisiones de investigación a corazón abierto, con el telón de fondo de la corrupción; apertura de diligencias en un juzgado, por presunto tráfico de influencias de su señora; la amnistía en tránsito, cuando arranca una campaña electoral decisiva para todos los contendientes, con los indepes sin querer compartir nada con nadie, soberanía total y absoluta; pendiente el descifrado del contenido del iPhone, espiado con software israelí ¿y usufructuario marroquí? Y el último tren…Europa.

Pero no cabe descartar que logre dimitir, haciendo que parezca que es por culpa de los demás, los señalados en la misiva a la nación: jueces, periodistas, opositores. La conocida como fachosfera, 14 veces invocada en la carta, por falta de una.

Vamos por partes. Irse es difícil de explicar a propios y ajenos, aunque en su peripecia curricular consta que ya se marchó, para luego volver victorioso.

Sin presupuestos con los que gratificar el pancismo (subvenciones, auxilios, gasolina electoral) y la orfandad pecuniaria como secuela existencial, los primeros damnificados del amago serían

los propios. Esto justifica la movilización, intimada por quien dejó la economía hecha unos zorros y tuvo que irse a contar nubes, con el rabo entre las piernas.

Los ajenos no dan pábulo a lo que han podido leer en sus medios de cabecera, la prensa internacional, a los que la epístola en una red social universal ha destapado las vicisitudes (esposa, presunta implicada en un grave caso de corrupción) por las que atravesaba quien estaba intentando pasar a la historia por lograr la paz en Oriente Próximo.

Las comisiones de investigación en el Congreso y el Senado, con varios ministerios en el radar, pueden terminar siendo un manantial de sorpresas, teniendo en cuenta que se trata de un asunto tan feo y obsceno como la corrupción.

En cuanto a la apertura de diligencias —primer paso, en el ámbito judicial para dar inicio a las investigaciones— la finta de dimitir no deja de revelar aristas engorrosas. En lugar de hablarse de la causa, se habla del denunciante, del que lo publica, del que habla de ello y del juez instructor, incluida su familia.

La celeridad del Ministerio Público, pidiendo —con precipitación— el archivo de la causa plantea una cuestión más ¿un juez sólo debería aceptar las denuncias procedentes de medios y asociaciones de izquierdas o progresistas? Y de paso ¿no se puede fiscalizar a la familia de los políticos, hagan lo que hagan o estamos ante el último malabarismo del estado de bienestar de la casta?

La, hasta ahora, hipotensa y efervescente amnistía se ha nublado de momento, a la espera de lo que dé de sí la campaña electoral en Cataluña (donde el ventajismo suele abusar de la deformación obscena de la historia, lo que procura una superioridad moral e intelectual con respecto a los demás españoles), se conozcan los resultados, vuelva la ley al Congreso y lo siguiente.

El enigma Pegasus (supuesta vigilancia a los móviles del presidente del Gobierno y tres ministros) pasa a ser otra variable de la ecuación. Tras el envío de nuevos datos de Francia, la reapertura del caso por la Audiencia Nacional devuelve un asunto —que dormía en planta— a cuidados intensivos.

La explicación del sobreseimiento provisional que impedía avances en la investigación fue la “absoluta falta de cooperación jurídica de Israel”. ¿Querría esto decir que se ha activado Tel Aviv para esclarecer el contenido de la infección telefónica?

Sabemos quién espió, donde están los espías, a quienes han escudriñado, cómo les han investigado, qué querían saber con el pirateo y qué han averiguado.... Solo nos falta saber el título de la película.

Una variable añadida: después de las elecciones europeas y el cambio en las instituciones de la UE se abren nuevas expectativas para líderes agostados o en expectativa de destino. En el caso del Consejo Europeo, los sondeos anticipan que la presidencia correspondería a un socialdemócrata ¿pudiera ser un tren al que subirse, antes de que haya overbooking?

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La carta no deja de ser un postureo al que, al primer vistazo, se transparenta el cartón (Pegasus, Lawfare, Amnistía, Corrupción, Europa)

Con la inveterada costumbre de cambiar de criterio a toda velocidad, cualquier opinión vertida sobre proyectos o acciones se queda enseguida en fuera de juego, transformando su actuación política en un pentimento, esa autocorrección de los pintores que acaba alterando el cuadro al dejar huellas en el lienzo.

En esta ocasión, como si fuese una crisis de la democracia española se sirve de lo que es una crisis personal, dando al país cinco días para pensar cómo sería la vida sin él.

El único que decide es él, pero si acaba cayendo, temen ir detrás quienes integran su cinturón político, que son los destinatarios de su pregunta -¿merece la pena?- responden, “sí merece”, por encima de sus tribulaciones personales está el combate ideológico.

La frase de Humberto Eco: "El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda", es la fiel descripción de una actitud y personalidad.

Hay que ver la cantidad de cosas sobre las que la ignorancia tiene certezas absolutas...

El lunes seguimos.

(*) Los que preparaban peluquines, si no cubrían plenamente el molde —hecho de cartón piedra o arcilla— con el pelo artificial, eran avisados por sus colegas de la necesidad o mejor la falta de pelo en una parte especifica.

En la larga espera para que despeje la incógnita, se va o se queda, hay una pregunta inevitable ¿por qué ha recurrido a escribir una carta de amor tan delatora, mezclando sentimientos personales con percances judiciales? No parece una despedida, es más bien un alegato, recabando al tiempo apoyo afectivo a beneficio de obra.

Hay un viejo axioma en política que dice que las dimisiones no se anuncian, se presentan. Esta es una dimisión anunciada, no presentada, por eso empieza a cundir la duda de si realmente habrá un hasta aquí o no.

Lo cierto es que no faltan los motivos para irse... un Gobierno sin presupuestos; dos comisiones de investigación, con el telón de fondo de la corrupción, a corazón abierto; apertura de diligencias en un juzgado, por presunto tráfico de influencias de su señora; la amnistía en tránsito, cuando arranca una campaña electoral decisiva para todos los contendientes, con los indepes sin querer compartir nada con nadie, soberanía total y absoluta; pendiente el descifrado del contenido del iPhone, espiado con software israelí ¿y usufructuario marroquí? Y el último tren… Europa.

Pero no cabe descartar que dimita, haciendo que parezca que es por culpa de los demás, es decir, los señalados en la misiva: jueces y periodistas. La conocida como fachosfera, 14 veces por falta de una, invocada en la carta.

Vamos por partes. Irse es difícil de explicar a propios y ajenos, aunque en su peripecia curricular consta que ya se marchó, para luego volver victorioso.

Sin presupuestos con los que gratificar el pancismo (subvenciones, auxilios, gasolina electoral) y la orfandad pecuniaria como secuela existencial, los primeros damnificados del amago serían los propios.

Esto explica la movilización, intimada por quien dejó la economía hecha unos zorros y tuvo que irse a contar nubes.

Al dotar de dimensión internacional lo que no dejaba ser una cuestión familiar, los ajenos no dan pábulo a lo que han leído en sus medios de cabecera, después de que una epístola en una red social destapase las vicisitudes (esposa, presunta implicada en un grave caso de corrupción) por las que atravesaba quien estaba intentando pasar a la historia por lograr la paz en Oriente Próximo.

Las comisiones de investigación en el Congreso y el Senado, con varios ministerios en el radar, pueden terminar siendo un manantial de sorpresas, teniendo en cuenta que se trata de un asunto tan feo y obsceno como la corrupción.

En cuanto a la apertura de diligencias –primer paso, en el ámbito judicial para dar inicio a las investigaciones– la finta de dimitir no deja de revelar aristas engorrosas. En lugar de hablarse de la causa, se habla del denunciante, del que lo publica, del que habla de ello y del juez instructor, incluida su familia.

La celeridad del Ministerio Público, recurriendo –con precipitación– la admisión de la denuncia plantea una cuestión añadida ¿un juez sólo debería aceptar las denuncias procedentes de medios y asociaciones de izquierdas? ¿acaso no existe la democracia fuera del marco ideológico progresista?

Y de paso ¿no se puede fiscalizar a la familia de los políticos, al estar por encima de la ley, hagan lo que hagan, o bien estamos ante el último malabarismo del estado de bienestar de la casta?

La, hasta ahora, hipotensa y efervescente amnistía se ha nublado de momento, a la espera de lo que dé de sí la campaña electoral en Cataluña (donde el ventajismo suele abusar de la deformación obscena de la historia, buscando una superioridad moral e intelectual con respecto a los demás españoles), se conozcan los resultados, vuelva la ley al Congreso y lo siguiente.

El enigma Pegasus (supuesta vigilancia a los móviles del presidente del Gobierno y tres ministros) pasa a ser otra variable de la ecuación. Tras el envío de nuevos datos de Francia, la Audiencia Nacional reabre el caso y devuelve un asunto, que dormía en planta, a cuidados intensivos.

La explicación del sobreseimiento provisional al impedir avances en la investigación la "absoluta falta de cooperación jurídica de Israel" ¿es una indicación de que se ha activado el esclarecimiento del contenido de la infección telefónica?

Sabemos quién espió, donde están los espías, a quienes han escudriñado, como les han investigado, qué querían saber con el pirateo y qué han averiguado.... Solo nos falta saber el título de la película.

Una variable añadida: después de las elecciones europeas y el cambio en las instituciones de la UE se abren nuevas expectativas para líderes agostados o en expectativa de destino. En el caso del Consejo Europeo, los sondeos anticipan que la presidencia correspondería a un socialdemócrata ¿pudiera ser un tren al que subirse, antes de que haya overbooking?

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La carta no deja de ser un postureo en el que, de un primer vistazo, se transparenta el cartón (Pegasus, Lawfare, Amnistía, Corrupción, Europa).

Con la inveterada costumbre de cambiar de criterio a toda velocidad, cualquier opinión vertida sobre proyectos o acciones se queda enseguida en fuera de juego, transformando su actuación política en un pentimento, esa autocorrección de los pintores que acaba alterando el cuadro al dejar huellas en el lienzo.

En esta ocasión, como si fuese una crisis de la democracia española, se sirve de lo que es una crisis personal, dando al país cinco días para pensar cómo sería la vida sin él.

El único que decide es él, pero si acaba doblegándose, temen ir detrás quienes integran su cinturón político, que son los destinatarios de su pregunta –¿merece la pena?– a lo que responden –sí merece– ya que por encima de sus tribulaciones personales está el combate ideológico.

Hay que ver la cantidad de cosas sobre las que la ignorancia tiene certezas absolutas...Todo resulta más sencillo de explicar cuando gracias a una osadía sin límites y falta de sentido de la medida, se van acumulando cuestiones de mayor cuantía que lo acercan al precipicio.

La frase de Umberto Eco: "El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda", es fiel descripción de una actitud.

(*) Los que preparaban peluquines, si no cubrían plenamente el molde –hecho de cartón piedra o arcilla– con el pelo artificial, eran avisados por sus colegas de la necesidad o mejor la falta de pelo en una parte específica.