Opinión | En ritmo sinusal

Cinco consejos para acudir a una consulta médica

1. Tener claro el motivo de consulta. Puede parecer una perogrullada, pero el paciente no siempre sabe por qué acude. Cuando un paciente consulta tras notar un síntoma determinado, no suele ser un problema, pero cuando son derivados desde otro especialista en el marco de una interconsulta podemos encontrarnos con que el paciente se limita a explicar: "A mí me mandaron que viniese". La recomendación es llevar siempre el informe del facultativo que le vio en primer lugar para que quienes le vean sepan qué se les solicita exactamente y dar un mejor servicio.

2. Conocer la medicación actual. Todo paciente debería conocer perfectamente su medicación, ya que le ayudará a mantener una mejor adherencia a la misma y minimizará errores en la posología (saber a qué hora y cuánta dosis debe de tomar). Si un paciente explica que toma "una pastilla para la tensión y otra blanca para el corazón", el médico no sabrá cómo abordar el tratamiento. Otros conocen el fármaco que toman, pero no la dosis. Sin embargo, si un paciente a seguimiento con hipotiroidismo acude por primera vez al endocrino y en la analítica se detectan niveles bajos de hormona tiroidea, a la hora de reajustar el tratamiento, de poco le servirá saber que toma levotiroxina si no sabe de cuántos microgramos es su pastilla. En ocasiones, el problema se puede solucionar in situ si la medicación figura en el sistema informático, pero esto no siempre es posible; a veces no está actualizad. Mi recomendación es llevar un registro por escrito de lo que se está tomando.

3. Tener claros los antecedentes. Los antecedentes familiares y personales del propio paciente son una parte importante de la historia clínica. Cuando el médico nos pregunte por ellos, es mejor pecar por exceso que por defecto. Si algún antecedente no resulta relevante, el profesional sabrá discernirlo. Aquí considero importante hacer dos matizaciones. Muchas veces la omisión se debe a que el paciente no tiene conciencia de la enfermedad. Verbigracia: "¿Hipertenso? No, más bien tirando a baja; fíjese usted que alguna vez tengo que tomar sólo dos de las tres pastillas que me dieron en su día para controlarla porque, cuando vamos a Benidorm, si tomo las tres, me baja demasiado". En estos casos el error se descubrirá en el momento de revisar la medicación, pero no siempre será tan obvio y, además, como hemos explicado, del paciente no siempre conoce su medicación. Por otro lado, aunque pueda extrañarnos, no es tan infrecuente que los pacientes mayores (y no tanto) omitan algún antecedente importante por considerar que fue algo que pasó hace "mucho tiempo".

En mi caso, la palma se la lleva un varón en la cuarta década de la vida que, tras negar cualquier tipo de antecedente médico o quirúrgico y explicar que hacía vida sana, pasa a la camilla de exploración. Rápidamente nota mi gesto de sorpresa al ver la gran cicatriz que recorre su esternón y comenta: "no sé si tendrá que ver, pero me operaron de algo en el corazón hace muchísimos años…"

4. In vino veritas. No creo, ni mucho menos, que, como decía el Dr. House, todos los pacientes mientan, pero sí puede darse el caso de que, de forma puntual, se oculte la verdad sobre algún hábito tóxico u otro dato que el paciente pueda considerar embarazoso. A este respecto es importante recordar que lo que se habla con el médico en consulta es estrictamente confidencial, pero, sobre todo, las consecuencias que puede acarrear la información falsa. Si un paciente que llega a urgencias con un dolor torácico miente sobre la ingesta de cocaína, los profesionales podrían administrarle fármacos que están completamente contraindicados en ese escenario. Del mismo modo, si una mujer niega un embarazo conocido y la someten a pruebas que irradien, o se usan fármacos teratogénicos, las consecuencias podrían ser fatales.

5. Sin prejuicios con la medicación. Algunos pacientes están predispuestos en contra de algunos fármacos como pueden ser los corticoides para el asma o las estatinas para el tratamiento de la dislipemia. En estos casos, resulta fundamental confiar en su médico, que siempre intentará elegir la mejor opción para el paciente, y ser conscientes de que, en caso de que se llegase a producir algún efecto secundario, se suspenderá o cambiará la medicación si fuese necesario.

Espero sinceramente que estos cinco consejos puedan servir a los lectores de LNE para aprovechar mejor sus consultas médicas.

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