Opinión | En ritmo sinusal

Mujer y corazón

El impacto de la enfermedad cardiovascular en la población femenina

La semana pasada hablamos del gran problema que supone la enfermedad cardiovascular (ECV); primera causa de muerte en nuestro país y a nivel mundial. Existen una serie de circunstancias que hacen que sea más probable que alguien desarrolle ECV. Se trata de los llamados factores de riesgo cardiovascular (FRCV) y que, clásicamente, incluyen la hipertensión arterial, la diabetes, la dislipemia (alteraciones en el metabolismo del colesterol y/o triglicéridos), el tabaquismo, la obesidad, la edad y el sexo.

Algunos de estos FRCV son modificables (un paciente puede dejar de fumar o puede controlar su hipertensión) pero otros, como la edad o el sexo, son inexorables. Los varones, a igualdad de otros FRCV, tienen mayor riesgo. Sin embargo, lo que a priori debería ser una ventaja biológica para las mujeres, en la práctica, se ha mostrado como una fatal trampa en su contra. Veamos algunos datos que lo demuestran.

Cuando decimos que la ECV es la principal causa de muerte en nuestro país, debemos matizar que, si dividimos por sexos, entonces la afirmación sólo es cierta en el caso de las mujeres. Los hombres, aunque por poco margen, fallecen más debido al cáncer. Este primer dato ya debería llamarnos la atención porque, como hemos dicho, ser hombre es un FRCV. ¿Qué está sucediendo entonces?

Pues que, como ha mostrado un estudio con más de un cuarto de millón de pacientes entre los años 2005-2015, una española que sufra un infarto agudo de miocardio, tiene muchas más probabilidades de morir que un hombre. La protección que ofrecen los estrógenos hasta la menopausia retrasa la aparición de la ECV en mujeres unos 10-15 años, por lo que las pacientes que nos encontramos en una planta de cardiología de un hospital o en un programa de rehabilitación cardiaca suelen ser mayores que sus compañeros varones y, por tanto, con más comorbilidades (otras enfermedades en su haber que empeoran el pronóstico).

Sin embargo, el estudio tuvo en cuenta este hecho y usó el correspondiente ajuste estadístico, encontrando el escalofriante dato de que, por el mero hecho de ser mujer, una paciente tenía casi un 20% más probabilidades de fallecer que un hombre.

Otro estudio del 2023 ha puesto de relieve la importancia de determinados momentos hormonales en la vida de una mujer que, lejos de proteger, pueden acelerar mucho la enfermedad cardiovascular. Algunos ejemplos son el síndrome del ovario poliquísitco, la diabetes gestacional o los embarazos pretérmino.

¿Acaso no saben los médicos identificar los infartos porque en las mujeres se presentan de forma distinta? Esta teoría se escucha en ocasiones en la calle y en los medios de comunicación, pero los datos obligan (al menos) a matizar su importancia. Y es que en ocho de cada diez casos el infarto se presenta como un dolor opresivo en el pecho, que puede ir acompañado o no de sudoración profusa, malestar gástrico o irradiación hacia el brazo tanto en mujeres como en hombres. Sólo en un pequeño número de supuestos se aprecian algunas presentaciones que pueden ser más frecuentes en mujeres como los mareos, náuseas o la disnea (dificultad para respirar).

El problema parece no estar tanto en que el pecho les duela de forma diferente, sino que las mujeres tardan más en recabar ayuda por una mayor tolerancia al dolor y una mayor dificultad de delegar tareas del hogar y cuidado de la prole.

María (57 años) vuelve conduciendo de trabajar cuando empieza a notar cierta opresión en el pecho y una sensación de entumecimiento en el brazo. Por unos momentos piensa en parar y acercarse al centro de salud, pero llega tarde a recoger a sus hijos; después de todo será sólo ansiedad…

¿Pero qué sucede con Nuria (45 años) que consulta por segunda vez en tres años porque nota un pinchazo en el pecho al subir las escaleras? En este caso la explicación es más dolorosa para los profesionales e implica entonar cierto mea culpa. La Dra. Carolina Ortiz, vicesecretaria de la SEC se muestra categórica: “Existen prejuicios significativos entre los profesionales de la salud que contribuyen a una atención subóptima en el caso de las mujeres”.

Si esto eso así, a la hora de construir igualdad, ¿qué mejor que empezar por la salud?

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