Opinión | Más allá del Negrón

Asturianos por todo el mundo

A propósito del viaje del presidente Barbón a China en busca de inversores

Allí donde uno menos se lo espera, se encuentra un asturiano. Son muchas las ventanas en Madrid adornadas con la enseña de la Cruz de la Victoria, o al menos a mí me lo parece. No hay concentración multitudinaria, ya sea deportiva o reivindicativa, donde no aparezca la bandera del Principado. Seguro que el presidente Barbón, ahora cuando vaya a China, se encuentra con algún paisano. Nos pasa como a las embarazadas, que durante el tiempo que están encinta, no ven más que embarazadas a su alrededor.

Me acabo de encontrar a un asturiano muy singular, cuya historia yo, en mi ignorancia, desconocía. Leía el libro "Gabinete de curiosidades" (Ladera Norte), que reúne artículos de prensa del escritor austriaco Joseph Roth, cuando de repente me sobresalta, como si fuera una alarma, la expresión "nacido en Oviedo". La editora y traductora del volumen, la escritora Berta Vias Mahou, contaba en la introducción la muy singular historia de Federico Álvarez (Oviedo, 1853), un as mundial del funambulismo.

Venía a cuento del ambiente que había en el Prater vienés –sí, el de la noria de "El tercer hombre"–, a principios del siglo XX, y sobre el que Roth escribió numerosos artículos. El parque era un hervidero de atracciones insólitas: faquires, ejemplares de razas a punto de extinguirse como los incas, magos, videntes, quiromantes, bailarinas exóticas, payasos y todo tipo de artistas circenses.

Entre ellos, destacaba el asturiano Federico Álvarez, entonces famosísimo funambulista, conocido con el nombre artístico de Arsens Blondin. Al parecer, entre sus hazañas se encuentra su actuación en el Prater en 1879, donde había caminado sobre el alambre, ataviado con una armadura de caballero, mientras en un horno portátil preparaba una tortilla de patata.

Curioseando por la red, me encuentro con que la proeza que más gloria dio a nuestro paisano fue la de haber sido el primer hombre en cruzar las cataratas del Niágara. Sobre un cable, a 50 metros de altura y con su manager a recostines, atravesó el abismo en medio de la admiración general. No se quedó a la zaga el espectáculo que montó en París, al recorrer 200 metros sobre el Sena, entre los puentes del Alma y el de los Inválidos, en presencia de 50.000 personas que le aclamaron como a un héroe. La verdad, no pude dejar de sentirme orgulloso.

Las informaciones en internet sobre Arsens Blondin son escasas y con frecuencia contradictorias, así que no nos podemos fiar mucho. Que Federico Álvarez adoptara el nombre artístico de su maestro ha provocado que a veces se confundan las hazañas de uno con las del otro. Además, la tradicional rivalidad con nuestros vecinos del Oeste ha hecho que, aprovechando que su padre era de Orense, se apropiaran de su figura y que le hayan prestado más atención que nosotros.

Es una pena que no exista una biografía de la apasionante vida de Federico Álvarez, aunque en esta época el funambulismo en particular y el circo en general –salvo en la política– no gozan de prestigio ni de popularidad. Si Arsens Blondin hubiera sido americano ya hubieran hecho una película como "El desafío" (Robert Zemeckis, 2015) sobre el funambulista que cruzó sobre un alambre el espacio que separaba las Torres Gemelas de Nueva York.

Todos los sábados, cuando leo la sección de Tino Pertierra "Asturias exporta talentos", me pregunto cuántos como Federico Álvarez se habrán visto obligados a buscarse la vida por el mundo. No solo funambulistas, sino científicos, empresarios, investigadores, lo más granado de las profesiones. Ahora que Barbón va a ir a China a por industria, como quien va al súper, a ver si conseguimos crear un tejido industrial y que vuelvan algunas de las lumbreras. Mientras, podría ir abriendo la delegación en Madrid, cerrada por Cascos hace ya más de una década. No es China, pero puede ser una buena puerta de entrada al Principado.

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