Opinión

Se les acaba la fiesta

El PSOE de Sánchez y sus aliados pierden fuelle electoral

Salvo en los comicios catalanes, el PSOE de Sánchez camina de fracaso electoral en fracaso. La derrota en las urnas europeas del domingo dibuja un escenario terrible para los socialistas: hacía un cuarto de siglo que el PP no resultaba ganador en la designación de los europarlamentarios.

Ocurre que la derrota siempre amanece huérfana, pero a la hora de evaluar los destrozos convendría a los socialistas no agarrarse al ascua del mal menor, porque elección tras elección, la distancia se va ensanchando. Los 1,4 puntos de diferencia a favor de los populares en las generales casi se han triplicado en las europeas. Todos los partidos adscritos al sombrajo de Sánchez han visto mermados sus apoyos, otro dato incontestable. La alianza de taifas causa en todos ellos daños colaterales. Que el circo grotesco montado por un “clown” lleve más público a sus chanzas que la tragicomedia de Podemos y casi tantos como el programa de variedades de Yolanda Díaz resulta sintomático. A más de uno -y una- la fiesta se les está acabando.

Sánchez convocó elecciones generales tras perder las municipales frente al PP por 3,4 puntos de desventaja. El domingo perdió por 4. Mucho está tardando en agotar una legislatura herida de muerte. ¿Seguirá el ejemplo de Macron o preferirá mantenerse en la apelación terrorífica al hombre del saco?

A nivel regional, resulta conmovedor el alegato triunfalista de los prebostes de la FSA: “El PP ha perdido el plebiscito”. Pero ha ganado las elecciones, también en Asturias, incluso en feudos tradicionales del gallinero socialista, con demasiados agujeros por donde colarse la raposa.

Y una última cuestión, nada baladí. El druida Tezanos debería recoger los bártulos y abandonar el CIS con el bolo entre la manta. Su predicción maliciosa de empate técnico saltó por los aires a la hora del recuento. No se puede ser más cenizo, o peor intencionado, haciendo trampas malabares con el oráculo para condicionar al electorado incauto. Que, afortunadamente, no padece en su mayoría del virus de la imbecilidad.

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