Ex presidente del CIS, veranea en Llanes

Llanes, E G. CEA / R. B.

Ramón Ramos Torre nació en Madrid en 1949, aunque se considera llanisco de corazón. Dos de sus cinco hermanos nacieron en la villa de Posada Herrera. Ramos Torre es Catedrático de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid en 1973 y Diplomado en Sociología Política por el Instituto de Estudios Políticos en 1976 en 1981, se doctoró en Derecho con una tesis titulada Génesis y evolución de la problemática sociológica en la obra de Emile Durkheim. Ramón Ramos Torres estuvo al frente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) entre septiembre de 2010 y enero de 2012.

-¿Fue su periplo al frente del CIS el punto culminante de su carrera?

-La presidencia del CIS fue más que la culminación de mi carrera, una desviación de la misma. Yo me he venido dedicando a la investigación, a escribir, a dar charlas y clases y en ningún momento pensé que terminaría dirigiendo una institución que tiene un contenido político inequívoco y que no forma parte del curriculum normal de un académico. Mi experiencia a frente del CIS me ha permitido aprender muchas cosas y poner en marcha muchos proyectos. Ha sido una experiencia muy positiva.

-¿Está el CIS politizado?

-El CIS depende orgánicamente de la presidencia del gobierno. Es una dirección general que tiene ese estatuto y por lo tanto el que dirige el CIS está sometido a observación por parte de presidencia del gobierno y puede ser nombrado y cesado en cualquier momento. Decir que el CIS depende de los intereses del gobierno es ir demasiado lejos. Cuando se está trabajado en una institución como ésta, uno esta atento a aquellas cosas que interesan al gobierno, es decir, qué estados de opinión son interesantes para el gobierno y hay que investigar. A partir de ahí se hacen cosas en un tono distinto y que están definidas en función de lo que le interesa al presidente del CIS y lo que considera que es interesante para el país en general. El CIS está sometido a una supervisión política muy clara y se miran con lupa todas las cosa que hace.

-¿Es bueno para la independencia del CIS tanto control?

-Yo creo es bueno. A veces ese control puede ser desmesurado y puede responder a principios de desconfianza muy fuerte que está dentro del juego típico entre el gobierno y la oposición. Cuando yo publiqué datos que no eran favorables al gobierno los grupos de la oposición no salieron a decir que el CIS había mostrado su independencia. Durante mi mandato, el trabajo realizado sobre expectativas electorales y sobre la intención de voto de los ciudadanos eran en su mayoría datos contrarios a los intereses del partido gobernante, que era el PSOE. Yo los hice públicos y luego se demostró que fueron los datos que más cerca estuvieron de los datos electorales reales. El gobierno no me dijo nada y nadie se quejó. El cometido del CIS era mostrar el resultado de la investigación y eso fue lo que se hizo. La oposición no me hizo ningún elogio desmesurado pese a que eran datos que les eran favorables.

-Entonces, ¿son justas las críticas al CIS?

-Yo creo que en algún momento las críticas pueden ser justas. En algún momento ha habido direcciones distintas, presiones distintas por parte de los gobiernos, etcétera. Pero creo que en su mayoría las críticas que se realizan al CIS son injustas. El CIS está en manos de grandes profesionales. Ciertamente hay un responsable político que está nombrado por el gobierno pero en el CIS están trabajando 100 personas entre funcionarios y contratados con un grado de especialización muy amplio y que hacen su trabajo como mejor saben hacerlo y sin estar abiertos a presiones y deformación de datos por parte del director.

-¿Está el CIS a la par de instituciones parecidas a ella existentes en otros países de Europa o del mundo?

-En realidad instituciones como el CIS no existen en otros países. Los gobiernos lo que hacen cuando quieren conocer estados de opinión es encargar a una consultora privada encuestas que luego el gobierno se apropia, pero que no está obligado a hacerlos públicos. Los gobernos necesitan información sobre lo que la gente piensa porque si no, no podrían gobernar. Estos reciben los datos y actúan en consecuencia.

-¿Qué ventajas aporta entonces el CIS?

-El gobierno por ejemplo puede estar interesado en el tema de las relaciones laborales o en la imagen de los sindicatos y los partidos políticos y se nos dice que hagamos una encuesta. Yo como presidente hago la encuesta y los datos los tengo que hacer públicos; y a las 48 horas los tengo que poner a disposición de la oposición y de la prensa, lo que supone una enorme ventaja. Aquí se es más transparente que en otros sitios porque los datos salen de una institución pública que está sometida a un fuerte control parlamentario.

-¿Cómo está afectando la crisis al CIS?

-Ha habido un recorte de todos los presupuestos de todos los organismos y el CIS lo ha sufrido también. A razón de esto se harán menos encuentras y se publicarán menos libros de los que se publicaron en mi época, pero será un recorte mesurado como en otros aspectos de la administración.

-¿Qué habría que hacer para mejorar la institución?

-El CIS debería tener unos medios más ricos, que le permitieran tener un diseño de encuestas mensuales más variado del que tiene ahora pues en estos momentos tiene que funcionar con medios muy modestos. A este país le vendría bien que por un lado tuviese los datos estructurales que proporciona el INE (Instituto Nacional de Estadística) y por otro todos los datos que tienen que ver con la opinión pública que proporciona el CIS. De esa manera la sociedad seria más ilustrada pues tendría más información sobre las diferentes cosas que ocurren.