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Juntos en la vida y en la muerte en Piloña

Fernando Estrada y M.ª Dolores Collar fallecen el mismo día a la misma hora, 44 kilómetros separados, tras 60 años de feliz matrimonio en Villamayor

Juntos en la vida y en la muerte en PiloñaL. B.

Una gran historia de amor con un final digno de novela. Es la del matrimonio piloñés de Fernando Estrada y María Dolores Collar, de 85 y 81 años, que después de casi seis décadas casados fallecieron el mismo día y a la misma hora, en la madrugada del viernes, y separados por 44 kilómetros (él, en el hospital, en Oviedo; ella, en una residencia de Infiesto). Una coincidencia que para muchos, familiares y vecinos, es señal del amor y fidelidad que se profesaron toda su vida.

"Él siempre decía que se moriría el mismo día que ella", confesó ayer uno de los nietos de la pareja a sus amigos poco antes del funeral, en Villamayor. Y es que en su familia, aunque sorprendidos por la coincidencia, en parte se habían hecho a la idea por la convicción del patriarca.

Fernando y M.ª Dolores dejan atrás una larga historia de amor de la que dan fe algunas de las anécdotas que recuerdan sus familiares. "Siempre nos contaba que su padre le hizo jurar en su lecho de muerte que no se casaría hasta los 26 años para poder cuidar mejor de sus hermanos. Lo hizo, esperó, pero al día siguiente de cumplirlos se casó con mi madre", comenta Fernando, el hijo varón de la pareja. "Me avisaron de la muerte de uno y de otro con pocos minutos de diferencia", relató ayer sin ocultar su asombro. Ambos fallecieron en torno a las cinco de la mañana.

Desgraciadamente no pudieron morir juntos como habrían querido. M.ª Dolores estaba enferma de alzhéimer desde hace unos seis años y su esposo solía visitarla con frecuencia a la residencia de Infiesto donde falleció. Una grave enfermedad impidió a éste volver a verla desde hace tres meses. Fernando fue ingresado en el HUCA, donde falleció. "Estaban muy unidos y eran muy queridos por los vecinos", destacan en Villamayor.

Fernando Estrada era popularmente conocido como "el de la luz", al igual que sus tres hermanos menores a los que crió, porque durante toda la vida todos trabajaron en empresas eléctricas. M.ª Dolores Collar regentó durante más de veinte años una tienda de comestibles tras emigrar con su marido durante seis años a Bélgica. "Eran una pareja muy conocida y apreciada por la gente", destacó su vecino Ángel Suárez. Muestra del afecto hacia la familia fue que la Coral Polifónica Piloñesa, de la que la hija de la pareja, Ana Elena, fue presidenta, se ofreció para cantar en el funeral, al que no faltaron tampoco los cuatro nietos del matrimonio.

Todos los que los querían, sus familiares y vecinos, no dejan de sorprenderse por el final de Fernando y M.ª Dolores: "Es dramático, pero muy romántico al mismo tiempo, porque seguro que muchas parejas mayores lo firmarían".

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