Por un urbanismo como Dios manda; dos planes anulados y vamos a por el tercero. Porque la Alcaldesa huye. Porque otros huyeron antes. Por el chalet derribado en Niembro. Por los cientos de miles de euros que nos costó. Por lo del hotel de Barro. Por los próximos derribos que pagaremos a escote pericote. Por lo del Centro de Artesanía de Poo. Por el millón y medio tirado a la basura. Por lo que hubo que pagarles a los arquitectos que debían haber realizado el proyecto. Otros cincuenta mil de nada. Entre todos, que para eso somos solidarios. ¿Responsabilidad política? Jua, jua, perdón que me da la risa. Y si me apuran, la culpa es de los "servicios jurídicos y técnicos". Porque, Dios, perdónalos, porque no saben lo que firman.

Porque Llanes sigue oliendo mal. A ocle podre y a otras cosas. Porque hoy tiramos un anexo a la rula y mañana lo volvemos a levantar. Total, paga el pueblo. Por la pasarela que nadie quiere. Bueno, algunos sí. Los de la cuerda, los de siempre. Los beneficiados. Por ese pedazo de puerto que tenemos. Porque la compuerta funciona como un reloj. Cuando quiere, claro. Por ese cubo con luces que tan importantes funciones cumple junto a la Marina. Por lo que costó. 200.000 del ala al vertedero. Por los 1.300 parados, que a lo mejor se arreglaban con menos. Por los sueños megalómanos, por los sueños de despacho, por ese mamotreto de Auditorio tan funcional. Por lo que se despilfarró en premios, prebendas y saraos. Por tanto "estudio geotécnico" inútil. Por hacerle la vida imposible a unos llaniscos cuyo delito es tener una casa en un sitio estupendo. Por la envidia, ese motor que los mueve. Por el rencor, por los buenos modales, porque me sale del higo.

Por un Cuetu a medio hacer. Por el descanso nocturno, ese bien tan escaso. Por el turismo desbocado -y descocado-. Ven a Llanes y haz lo que te parezca. Por esas despedidas de soltero/a tan edificantes y con tanto glamour. Por convertir Llanes en un teatro del esperpento. Por la zona azul. Porque es necesaria. Porque con ella todos ganamos, incluso los que pagan sus impuestos en Llanes. Por esa viñeta tan discreta. Por ese IBI, el más grande de España. Porque somos masocas. Porque nos dan y nos gusta, siempre queremos más.

Por la piedra rojo Covadonga. Por la gris Cabrales. Por los adoquines. Por lo bien que cuidan las playas. Por lo limpias que lucen todo el año. Por lo accesibles que son. Por esa estación depuradora tan moderna. Porque sigamos disfrutando de sus aromas. Por las bolsas de basura despanzurradas por todas partes. Por dar de comer copiosamente a las gaviotas. Porque eso da caché, imagen, prestigio mundial. Por la imparcialidad, por la justicia, por la equidad, por las distintas varas de medir. A los míos, lo que quieran. A los otros, ni agua. Y al indiferente, la legislación vigente. Por el tira, que libras. Por tantos atentados al paisaje. Por los edificios de San José, que se ven desde todas partes. Por Partarríu. Por La Portilla. Por Celorio. Por Barro. Por Niembro. Y por lo que se ve, ahora a por Porrúa, San Roque, y los demás. Por hacernos vivir en bloques y no en casas. Por ser tan modernos.

Por la democracia, por la humildad, por la colaboración con otros grupos políticos, asociaciones vecinales o cualquier organización ajena a sus siglas. Porque saben lo que significa trabajar en equipo, codo con codo, solidariamente. Porque escuchan a todos. Porque, igualito que en Ribadesella, consiguen unanimidad en aquello que proponen sin contar con nadie. Porque son infalibles, porque no se equivocan, porque no cometen errores. Porque los jueces les tienen manía. Siempre emiten sentencias contrarias antes de las elecciones. Malandrines. Porque sus rivales políticos no se preparan los Plenos. Y eso que se les tiene siempre perfectamente informados, hombre. También por su señorío en el trato. Siempre cordial, simpático y agradable.

En definitiva, porque sin ellos qué íbamos a hacer nosotros. Sin nuestro Norte, sin nuestra estrella de Oriente que nos guía, pobres infelices, directos al abismo. Además, después de 28 años, qué más dan otros cuatro, si ya estamos acostumbrados a lo mismo. Cambiar nos dejaría desconcertados, sin ese hombro amigo en que apoyarnos. Desprotegidos, a dónde íbamos a ir sin su mano sabia. Esa mano siempre tendida al adversario. Tres legislaturas más y llegamos a los 40. ¿De qué me suena a mí esa cifra?