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La familia numerosa del colegio de Lastres

Los nueve alumnos del Matemático Pedrayes, cuyo equipo confía en poder aumentar la matrícula, tienen una atención personalizada y más directa

Raúl Vallina, Ángel Moro y Lucía Montoto, junto a su castillo de cartón. P. M.

Se describen como una "familia numerosa" y ha de ser cierto, porque cuando uno entra en su casa, el colegio público Matemático Pedrayes de Lastres, quiere quedarse. De los nueve alumnos que estudian en este centro, cinco son de Infantil, "una prolongación de la casa", describe la directora, la llastrina Lidya Granda, y otros cuatro de Primaria, donde continúa esta familiaridad.

Tienen una de las ratios más bajas de estudiantes por profesor del sistema educativo público asturiano, lo que permite que los profesionales puedan hacer un seguimiento minucioso de la evolución personal y académica de los alumnos. "En cuanto hay el más mínimo problema lo puedes solucionar", explica Granda. En un centro convencional, en el que un solo profesor puede tener más de veinte alumnos a su cargo, es más difícil que los profesionales detecten los posibles conflictos.

"La atención es más personal y más directa, el colegio es como una familia numerosa", describe la profesora de Primaria, Carmela de la Vega Sánchez. Esta atención, que tiene en cuenta las características individuales de cada alumno, permite a los docentes "saber lo que necesita realmente, pues en una clase grande tienes que seguir un poco más el ritmo", añade la maestra.

El de Lastres es un colegio "unitario", concebido para que los niños de Infantil y Primaria estén juntos en la misma aula, pero como tienen recursos suficientes hacen el desdoble para que cada etapa tenga su espacio. Las docentes lo disponen así porque creen que es mejor para los alumnos y anuncian que el curso que viene también habrá este desdoble. Si en lugar de nueve fueran trece alumnos en total en el centro, la Consejería de Educación les enviaría una especialista de Infantil.

Por esta mayor dotación de medios y porque el pueblo se beneficie de las virtudes de este centro es por lo que en el Matemático Pedrayes anhelan tener algún alumno más. Y podrían, porque se da la paradoja de niños llastrinos que se van al colegio a Colunga. En unos casos porque necesitan hacer uso del comedor -que en Lastres no hay- y en otros contagiados por otros compañeros.

Los estudiantes que se forman en el Matemático Pedrayes salen del centro "con mucho nivel, y los profesores del instituto lo confirman", explica Granda, antes de apuntar que muchos de los estudiantes del colegio llastrín han destacado luego en la Secundaria. Conocen los mismos contenidos que en cualquier otro centro, los que corresponden a su edad y etapa escolar, pero además van absorbiendo lo que los profesores explican a sus compañeros mayores. Al estar separados por ciclos pero no por edades, "los pequeños, a poco receptivos que estén, se van quedando con cosas de otros cursos", explica de la Vega Sánchez.

El grandísimo mérito de este aprendizaje es que es totalmente espontáneo, "no se les exige que lo sepan, pero tienen esa oportunidad y van cogiéndolo, porque son esponjas". Así, mientras el alumno de sexto, Agustín Martín Silva, hace su examen de música, sus compañeros Raúl Vallina Cubiella, Ángel Moro Fernández y Lucía Montoto Muñiz realizan tareas en el ordenador y presumen del castillo de cartón que están construyendo entre todos.

En la clase de al lado, los alumnos de Infantil pintan y recortan y se sienten como en casa. A la hora del recreo, todos conocen la rutina y forman una fila encabezada por los pequeños, que piden "a los mayores", así se llaman entre ellos, que les hagan hueco. En el primer puesto va el "respon" (responsable), el encargado de que todo transcurra con normalidad del aula hasta el patio.

Antes de partir, cogen la gorra y la crema del sol y también la fruta, lo que tocó ayer para la media mañana. "Tenemos un plan de alimentación saludable dentro del que traen dos días una fruta, otro día un lácteo, otro un bocadillo y otro de libre elección, pero sin chucherías ni bollería industrial", enumera Carmela de la Vega antes de empezar a pelar una manzana para Marcos Roza, de 3 años, que encuentra el pellejo un poco duro. En un colegio convencional, con una ratio muy elevada, la profesora quizás no pudiera ponerse a pelar treinta manzanas.

En el patio cuentan con tobogán, "sube y baja" y otros juegos propios de un parque. Están a cubierto, mientras que el resto de la cancha se encuentra al aire libre. En este espacio y en el gimnasio dan clase de Educación Física, una de las materias que imparten los profesores itinerantes que visitan el colegio llastrín.

Permanentes en el centro están la directora y la profesora de Primaria, mientras que la Música, la Religión y la Lengua Asturiana son impartidas por estos otros docentes. El colegio cuenta, además, con recursos como el aula de apoyo y también recibe la visita, desde el instituto de Luces, de una profesional de la pedagogía terapéutica y de audición y lenguaje. En realidad lo que más necesitan es que las familias llastrinas se animen a llevar a sus hijos al colegio de su pueblo que, además, reúne unas condiciones excepcionales a las que ahora acompaña también el entorno físico. El pasado mes de enero realizaron una reforma en el centro que mejoró el aula que ahora será biblioteca, los baños y la accesibilidad.

El edificio está construido sobre una colegiata, cuyas obras de edificación comenzaron en el año 1753. De su pasado histórico queda, en la parte exterior, una hornacina que los expertos sospechan vino de otro lugar. "Le atribuyeron un estilo veneciano y dedujeron que, probablemente, quien la trajo era alguien cercano al Papa", relata Granda tras su conversación con los restauradores que la analizaron. Creen, además, que la imagen -que falta- estaba dedicada a alguna deidad femenina relacionada con la naturaleza, por los adornos florales que la acompañaban.

También queda, aunque es más reciente, un retablo de madera elaborado por "unos ebanistas de Cabranes a principios del siglo XX", describe la directora. Está ubicado en esa aula que están acondicionando como biblioteca y en la que también dispondrán unas mesas para hacer trabajos de plástica por la proximidad de los baños. Con la reforma también se habilitó una nueva sala, que aprovechó un aula que no se utilizaba y que ahora ha sido convertida en entrada. En este espacio quedó instalada la semana pasada y de forma definitiva la exposición que el dibujante "Neto" dedicó a la vida del matemático que da nombre al centro, Agustín de Pedrayes, de cuya muerte se ha cumplido el bicentenario este año.

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