Cosas como ver pasar a los Príncipes -ahora Reyes- cerca de tu casa, que a una de tus hija le de la comunión un Papa o que otra acabe bailando una lambada con la cantante brasileña Regina do Santos sólo pasan si vives en Covadonga, explica Conchi González. Esta parraguesa, de 59 años, reside desde hace cuatro décadas en una de las viviendas rosas de la conocida como Casas de los Músicos, situada a los pies de los Jardines del Príncipe, que albergan joyas arquitectónicas de la talla del antiguo Mesón de Peregrinos (1763). El mes favorito de González es septiembre, cuando la localidad se anima coincidiendo con las celebraciones en honor a la Santina. El verano también le gusta porque hasta su casa llega el sonido de las carcajadas de los chavales que disfrutan de jornadas de convivencia y catequesis en la Casa de las Teresianas, situada a escasos metros, cruzando el río Covadonga. Ahora mismo, más de 40 niños de Mirasierra (Madrid) se alojan en estas dependencias. "Estar al lado de la Santina es un privilegio", explicó el monitor Pablo García.

La mayoría de los habitantes son trabajadores del santuario (jardinero, barrendero, sacristanes, organista...). En la actualidad sólo están habitadas tres casas particulares, a las que se suman cuatro restaurantes. Los vecinos coinciden en señalar que si hay un lugar destacado, es la cueva de la Señora, que procede del latín Cova Dominica, que da nombre al pueblo. Allí, a escasos metros del sepulcro del rey Pelayo y en el entorno privilegiado del monte Auseva, contrajo matrimonio el avilesino Pepín Galán. "Fue emocionante porque es un privilegio que tenemos los trabajadores, el resto tienen que hacerlo en la basílica", explicó Galán, que se ocupa desde hace 42 años del mantenimiento del principal centro religioso de Asturias. Hasta sus oídos llegan historias como la del origen de la costumbre de tirar monedas al estanque. "Cuentan que empezaron los obreros que hacían el ensanche a tirar migas de pan a la hora del almuerzo para ver las truchas y que los turistas como no tenían echaban perrinas que brillaban", dijo.

Pero Covadonga no es sólo su imponente basílica de estilo nerrománico, según explican José Luis Palacios y Francisco Oliva, que trabajan en la Hospedería del Peregrino desde hace 39 y 37 años, respectivamente. "Las administraciones se olvidan a veces de que lo que está situado más a bajo de Los Leones -figuras de mármol situadas a ambos lados de la carretera antes de llegar a la Santa Cueva- también forma parte de Covadonga", cuentan. Con ellos coincide su jefe, Vicente Cosío, que en 1961 llegó al lugar como conductor de autobuses.

"Echamos en falta alguna papelera o un banco para poder sentarse pues por aquí pasan decenas de peregrinos", comenta. El estado de la explanada y de la acera situada junto a la rotonda de acceso a los Lagos también preocupa a vecinas como Conchita Fonseco, de 89 años. "En 2018 se cumple el centenario de la creación y del parque nacional e igual le da por venir al nuevo Papa Francisco y queremos que lo encuentre todo curioso", reflexionó.