El cierre por parte de un particular del campo de San Pedro, en la parte alta de la villa de Lastres, ha indignado a los vecinos. Se trata de un espacio verde y triangular entre caminos, que ocupa algo más de cien metros cuadrados y que está acreditado como público por un documento de 1921 que condiciona, además, las actuaciones que se pueden realizar allí.

La sorpresa ha sido mayúscula cuando el propietario de una finca cercana ha colocado una hilera de mojones de piedra labrados con una letra en la parte superior que dejan un paso de poco más de un metro entre ellos. Las letras juntas forman, de arriba a abajo, el nombre y el apellido "Constantino González" e impiden que los vecinos den al campo uno de los usos frecuentes, el de aparcamiento en los días de San Roque y El Carmen, cuando realmente escasean las zonas donde dejar los vehículos.

Pero la molestia va más allá del espacio para aparcar y toca un terreno sentimental, pues los llastrinos sienten el campo de San Roque como público y propio. Es el caso de Ricardo Sierra, llastrín residente en Sevilla que ayer descubrió, según destacó, con "sorpresa", el cierre del lugar donde pasó los recreos de su infancia, pues estudió en el colegio de las Dominicas Anunciatas, situado en ese paraje. "Salíamos por una puerta cercana y esparcíamos aquí el tiempo libre", rememoró ayer, acompañado de su familia y un amigo.

Hacía mucho que Sierra no pasaba por allí y nada sabía de esta obra, que se llevó a cabo entre la semana pasada y esta. "No me gusta que lo cierren, es un espacio público, asociado al disfrute general del pueblo", explicó. Tampoco a Enrique Granda, apodado "El Sabio", le agrada lo que han hecho en el campo de San Pedro. Este amante de la historia local guarda en su casa el documento que demuestra que el campo es público, pues en julio de 1921 Alfonso Lucio Braña pagó diez pesetas para comprárselo al Ayuntamiento. Granda explica que, ese mismo día, "lo donó al Ayuntamiento sin recuperar las diez pesetas con la condición de que no se construyese y no se hiciese ningún tipo de cierre".

Granda conserva la carta original de pago firmada por Eusebio Pis de Isla como depositario del Ayuntamiento de Colunga, en la que el comprador cita textualmente la "donación al pueblo" que realiza de los citados terrenos con esas dos condiciones. Ahora, "de la noche a la mañana", los llastrinos se han despertado con estos mojones tallados en caliza de unos 50 centímetros de alto que están "cerrando un espacio público".

Aseguran no tener nada contra el propietario del chalé y autor de esta obra, pero reivindican poder disfrutar un campo que toda la vida ha sido de todos. No comprenden, por otra parte, cómo teniendo una finca de una hectárea y una gran casa, ha tomado la decisión de cerrar este campo.