La iglesia del Carmen, en el concejo de Ribadesella, despidió ayer a Juan Carlos García Sánchez, "Carlos el de Pandu", de 62 años, el empresario riosellano que falleció el pasado domingo tras ser arrollado por el coche de un vecino, mientras cambiaba una rueda de su todoterreno en la carretera AS-341, a la altura de Los Pandales. Volvía de cazar y le faltaban apenas cinco minutos para llegar a su domicilio. Pero nunca lo hizo.

Los vecinos, que se apelotonaban junto a la iglesia, esperaban ayer el féretro en silencio, aún planteándose cómo pudo suceder este accidente que acabó con la vida de un vecino muy querido en la zona, tanto por su faceta como empresario como por su afición como cazador. El sacerdote José María Orviz ofició el funeral en una iglesia atestada de seres queridos enmudecidos por el dolor y la estupefacción. El silencio servirá, dijo el cura, para calmar ese dolor y llenar el vacío. Y los vecinos, apuntó, acompañarán a la familia en un sentimiento de pena tras un suceso que demuestra la fragilidad humana. "No perdáis la calma", aconsejó el párroco ante una familia rota por el dolor que supone un suceso como el que han vivido y que recibía las condolencias de todos los que acudieron a arroparlos.

La fatalidad hizo que otro vecino, del pueblo de La Granda, conocido por el fallecido y por su familia, fuera el causante del atropello mortal. Las dos familias, indicaban ayer los presentes, son muy queridas en la zona, y muy nobles. Y eso endurece aún más el suceso, aseguraban. La familia del fallecido "está muy mal", reconocían los allegados. Por las circunstancias que rodean la muerte, por despedir a su ser más querido sin esperarlo y porque ha sido un suceso entre vecinos que empañará de algún modo la vida de quien fue el causante del siniestro. Porque pese a que este, José Manuel F. C, de 84 años, dio positivo en el control de alcoholemia después de atropellar mortalmente a Juan Carlos García Sánchez, son varios los vecinos que apuntaban a la desgracia de cargar con el siniestro. Los agentes de la Guardia Civil detuvieron al conductor el mismo domingo, por un delito contra la seguridad vial y otro de homicidio imprudente, pero quedó en libertad y estos días José Manuel F. C. se refugió en casa de su hermana y su sobrino en el pueblo de Arriondas.

"Carlos, el de Pandu", como le conocían en Ribadesella, fue enterrado ayer. Su muerte no sólo causó dolor, sino también la consternación de dos familias y un municipio entero.