La ciudad de Cangas de Onís y, por ende, el área de influencia de la comarca de los Picos de Europa, registró un Viernes Santo atípico, a causa del estado de alarma y la incertidumbre del coronavirus, con todo cerrado a cal y canto -salvo alguna excepción como farmacia de guardia o tiendas de alimentación-. Ni turistas, ni visitantes, ni viandantes, ni coches, ni autobuses... Una urbe fantasma, catalogada como la oficiosa capital de los Picos de Europa, que hace justo un año, por estas misma fechas, batía récord de ocupación en hoteles y alojamientos rurales, así como también en el número de usuarios que utilizaron el Plan de Transporte a los Lagos de Covadonga.

Hoy, con el confinamiento, calles vacías y honda preocupación ante la que se avecina para el gremio turistico, principal fuente de riqueza del Oriente del Principado de Asturias. Sin duda, imágenes -la de las calles y espacios públicos- desoladoras para la historia reciente de la primera capital del Reino de Asturias.