Manolita del Rosal Luna, alma de la Institución Teresiana de Covadonga, murió el pasado martes en Córdoba, donde ha sido incinerada. Tenía 87 años y era natural de Fernán Núñez. La mujer dedicó toda su vida a la religión tras ingresar en la Institución Teresiana al acabar el Bachillerato. En su tierra natal trabajó como profesora y recaló en Covadonga tras jubilarse donde vivió durante varios años hasta 2002.
En el santuario mariano dejó muy buenos y gratos recuerdos, así como numerosas amistades. Javier Remis Fernández, responsable del Museo de Covadonga, la recuerda como una mujer que "siempre trabajó con humildad y su entrega era verdaderamente de corazón".