Porrúa no dejó pasar la tradición. Los vecinos del pueblo llanisco quisieron celebrar ayer, aunque fuera tímidamente, la fiesta de San Justo y San Pastor, los Santinos, No hubo bailes, ni procesión. Ni tampoco reuniones multitudinarias, pero los porruanos, aunque condicionados por la crisis sanitaria, querían honrar a sus santos.

Dos ramos de pan y flores presidieron la homilía oficiada por el párroco llanisco Florentino Hoyos. Los mismos que ocho aldeanas rodearon más tarde, en la bolera cubierta de la localidad, para cantar el ramu ante un público que, emocionado, las escuchaba con pena. La pena de no celebrar por todo lo alto la festividad de los Santinos, que cada verano congregaba a cientos de personas alrededor de bailes y tradiciones que en Porrúa alcanzan un valor que los vecinos siempre han sabido mantener.