Arriondas se volcó ayer en la despedida de fundador de Sidra Basilio que fallecía el pasado lunes a los 100 años. A las doce del mediodía, el cuerpo sin vida de Basilio Aramburu Campillo llegaba a la iglesia parroquial de Arriondas, en un día difícil para la capital parraguesa, que registró dos pérdidas importantes en tan sólo unas horas: la del popular empresario sidrero y la de Juan Antonio Caldevilla. Arriondas se volcó con la familia y muchos vecinos y amigos quisieron acompañarla en el último adiós al lagarero de la capital de Parres.

El sentimiento era unánime: se había ido uno de los personajes emblemáticos del concejo. Basilio Aramburu era, a sus cien años, un lagarero histórico, fundador de la conocida Sidra Basilio con el llagar ubicado en el centro Arriondas. Un negocio que llevó durante años hasta su jubilación, cuando varios de sus hijos cogieron su testigo y tomaron las riendas de la empresa familiar.

Era natural de Robriguero, en el concejo de Peñamellera Baja, pero sin dejar de lado su tierra natural, siempre fue un parragués más. Era el socio más longevo de La Peruyal, organizadora de las fiestas del Bollu que disfrutó mientras pudo con su mujer Isabel, también fallecida, y sus hijos Tomás, Benigno, Agustín, César y Miguel, este último desaparecido el pasado año.

Todos ellos, al igual que lo fue su padre, son personas muy queridas y conocidas en la comarca y mantienen el carácter familiar de la empresa que fundó Aramburu.

El párroco de Arriondas, Amaro Balbín, destacó la figura de Basilio como “miembro de la comunidad de Arriondas” al tiempo que destacó la labor de sus hijos en la atención prestada a su padre.

Sus restos mortales fueron trasladados a la iglesia San Vicente Abad de Panes y, posteriormente, llevados al cementerio local donde recibieron sepultura.