Llevo más de cinco lustros, escuchando por activa y por pasiva las tan cacareadas promesas electorales sobre la reforma o rehabilitación del actual puente Emilio Llamedo Olivera, que une los concejos de Cangas de Onís y Parres, sobre el mítico Sella. Ahora, con el horizonte de los comicios del 2023, parece que la cosa va en serio y la actuación consistirá en el derribo del vetusto puente para proceder a la construcción de otro vanguardista, moderno y mucho más funcional –ancho y con aceras dignas-, a la altura del siglo XXI, en la principal entrada a la villa de Arriondas, capital del concejo parragués. 

 Como no puede ser de otra manera, igual que en botica, el novedoso proyecto ha levantado mucha expectación, pues, la demora en solventar la problemática de ese paso daba sensación de que nunca se acometería. Y es que promesas hubo unas cuantas, de un color y de otro, de un lado y del otro. Pero, ya es agua pasada, ateniéndose a los recientes anuncios de las autoridades con mando en plaza, tanto en el Ayuntamiento como en el Principado de Asturias. Ya, por fortuna, no habrá cuenta atrás en ese tema, sino hacia adelante. Llegó en momento de los hechos, después de aguantar las avenidas y crecidas. Nunca es tarde si la dicha es buena.

Dicho esto, sin que suene a crítica destructiva, sino todo lo contrario, considero que la mejor opción para dotar de un emblemático espacio a ese punto de la ribera del Sella, la mismísima “atalaya” de La Fiesta de las Piraguas y, por ende, del Descenso Internacional, hubiese sido la convocatoria de un Concurso de Ideas para que algunos de los más prestigiosos ingenieros y técnicos del país, incluso extranjeros, concurriesen al mismo para dotar a villa de Arriondas de otro atractivo más, aparte de gastronomía, canoas, pesca y caza, hasta convertirlo en un referente de la arquitectura e ingeniería adaptada a los nuevos tiempos tras la larga pandemia de la Covid. 

Para nada trato de poner palos en las ruedas, sino aportar una opinión sobre uno de los puentes y la consiguiente proyección como emblema del concejo de Parres y de la mítica ribera del Sella. Vaya por delante que no me convence en absoluto esa acera acristalada que se ha proyectado. Seguro que se ve muy guapa sobre el papel o en las pantallas de los ordenadores, aunque otro gallo cantará cuando arrecien las bajas temperaturas y, ¡ojalá no ocurra, dios me libre!, comiencen los resbalones y las caídas. ¿Y el mantenimiento? Eso es otro asunto y más cuando ponemos el ojo en infraestructuras viarias, sean de ámbito local, autonómico o nacional. 

 Otro tanto de lo mismo pasa con la iluminación -¿artística o vulgar?-, todo un misterio, que debería darle “vidilla” a ese punto del río Sella, a las puertas de Arriondas. Puede gustar o no el proyecto; tanto monta, monta tanto. Personalmente, creo que el puente Emilio Llamedo Olivera, además, no debería romper con el medioambiente de la zona, a modo de impacto visual, por muy modernista que sea la actuación que se pretende llevar a cabo. Insisto, la prioridad es ejecutar uno nuevo. Eso sí, por favor, valoren la mejor idea, busquen y comparen alternativas. No se trata de una carrera de velocidad, sino de fondo. Es mucho más que un simple puente, es el icono de salida de Les Piragües.