Opinión

Adiós a dos santuarios gastronómicos

Sobre el cierre de los restaurantes llaniscos Casa Canene y La Parrera

Dos emblemáticos restaurantes del concejo han cerrado sus cocinas. Eran distintos pero entrañablemente históricos. Dos categorías, dos maneras de atender al comensal. Muchos años en el cartel culinario de Llanes.

Canene era un comedor, ese local que nunca te defrauda, con un menú bien hecho, clásico, rápido, donde acude uno a saborear platos de siempre, sencillos pero tradicionales y bien elaborados. Un restaurante popular en un doble sentido: al precio unía su admiración.

Conocí el local cuando era casi un escondrijo donde vendían vino y poco más: casa María Chinchín. Luego se transformó en un comedor popular en el que una cocinera atrajo al comensal por su menú común, buenos precios, trato familiar. Fue pionero en una zona del puerto donde existían ya algunos chigres que daban buena comida. Pronto, su sencillo atractivo llenó la calle Manuel Cué de locales de parecida cocina y precios populares. Eran una alternativa alrededor del brillo estelar. La popular "Guía Michigrín" de la televisión autonómica astur le había otorgado los tres "trisqueles" del programa a la obra de José Alberto y Leni, las almas de Casa Canene, con más de seis décadas ofreciendo sus menús a llaniscos y visitantes. Para mucha gente era de rigor una comida en ese mesón emblemático cada vez que estuviésemos en Llanes.

La Parrera, a la vera del Bau, la ensenada del Calabres que baña los praos de Niembru y Barru, tenía más años y otro tipo de cocina. Cuando hace más de setenta y cinco años emprendíamos el paseo entre los dos pueblos de la parroquia, llegábamos a La Parrera (zona de parros, como se conocen a los patos en el lenguaje llanisco) y mientras los mayores tomaban una sidra los pequeños comíamos cacahuetes al atardecer de los veranos. Félix Obeso regentaba una terraza en la que los niños disfrutábamos jugando sin problemas de tráfico. De vuelta a Barru, regresábamos cantando para espantar la oscuridad de una carreterina que bordeaba la preciosa ensenada de la iglesia, un emblema de los atractivos del turismo astur.

Han pasado muchos años, varias generaciones, el panorama turístico llanisco contempló muchos cambios. El merendero de mediados del siglo pasado se fue convirtiendo en un restaurante de reputación propia, con su peculiar idiosincrasia, su cocina marinera. De bar de pueblo, con partidas de cartas como las que jugaba muchas tardes el recordado ministro Rubalcaba, pasó a salón comedor con platos peculiares de la gastronomía marinera astur. La descendencia de los Obeso supo dirigir su trayectoria hostelera hacia una gastronomía atractiva y local que hizo disfrutar a comensales de todo el entorno llanisco.

Nos tendremos que acostumbrar, pues la clausura de las cocinas de Casa Canene (en Llanes) y La Parrera (Niembru) cierra un ciclo gastronómico que añoraremos llaniscos y visitantes.

Suscríbete para seguir leyendo