El candidato socialista Javier Fernández celebró días atrás su puesta de largo en el hotel Ritz de Madrid y allí dio algunas pinceladas de su proyecto para Asturias. Y en verdad creo que este acto es tremendamente revelador de lo que representa Javier Fernández y de lo que puede ofrecer a los asturianos, que, en mi opinión, es justo todo lo contrario de lo que necesitamos. El futuro de Asturias marcha, debería marchar, justo en dirección contraria a las líneas maestras de su oferta.

Cambio frente a continuismo. No voy a perder tiempo en lo evidente pero no hay que olvidar que Javier Fernández es el máximo responsable del socialismo asturiano, y por lo tanto, de su Gobierno, desde noviembre del año 2000. Él es, pues, tan responsable como el propio Areces, sino más, de la gestión de sus Gobiernos y él es, también, el culpable del último acto de irresponsabilidad que ha protagonizado la Administración socialista: dejar a esta región en manos de un Gobierno provisional en los momentos más crudos de la crisis, pues en julio de 2010 «cesó» a Areces para ponerse en su lugar como candidato socialista. En lugar de un Presidente tomando decisiones en unos momentos cruciales, estamos teniendo una persona que se ocupa de liquidar las cuentas del despilfarro de su nefasto régimen.

Javier Fernández, como no podía ser de otra manera, nos ofrece continuar las políticas de Areces. No ha pronunciado ni una sola palabra en contra de la gestión de aquél; no ha anunciado ni una sola medida para cambiar su desnortado rumbo. Como Areces, ofrece buenas palabras, más ideología trasnochada y una visión manipulada e irreal de la cruda realidad que viven los asturianos. Nos ofrece continuismo cuando lo que necesita Asturias es un profundo cambio, una total regeneración y renovación que debe comenzar por las personas para que pueda plasmarse en los proyectos políticos de nuestras instituciones. Un cambio en todas las esferas que devuelva el protagonismo a los asturianos en el diseño de su futuro; un cambio que rompa con lo que existe (un creciente sector público, marcado por la opacidad y el despilfarro, que «ahoga» a la sociedad civil; un conformismo basado en una «paz social» falsa e inoperante construida por un régimen que reparte arbitrariamente fondos públicos para comprar voluntades y no para crear actividad, para innovar o para ofrecer nuevas alternativas de desarrollo; una región pesimista, sin capacidad de reacción, porque sus Gobiernos no han ofrecido alternativas a sus jóvenes, no han sabido aprovechar la vitalidad de sus emprendedores y han dilapidado inconscientemente y, en muchos casos, irregularmente, los recursos que deberían haber destinado a crear nuevos focos de actividad económica y a potenciar la investigación, la innovación y la creación; una región sin equilibrio territorial y dividida porque sus Gobiernos han apostado por la duplicidad en lugar de la complementariedad de los recursos de sus municipios, sin políticas auténticamente regionales en materias tan importantes como la creación de empresas, la Cultura o el Turismo ?.); un cambio que plantee un nuevo escenario en el que las instituciones políticas sean un referente de austeridad, legalidad, eficiencia, participación, innovación y sentido regional, tutelando e incentivando políticas activas que favorezcan la creación de empresas, que generen empleo, que impulsen la investigación y la innovación, que ofrezcan alternativas a los jóvenes, que faciliten el reequilibrio territorial, que potencien todos nuestros recursos y que reivindiquen el propio papel de Asturias en el contexto nacional.

Exigencia frente a sucursalismo y sumisión. Javier Fernández, como Areces, mantiene una actitud personal y política de total sumisión al Gobierno central. Buen ejemplo de ello es que su valedor, el ministro José Blanco, aprovechó dos visitas de apoyo a su candidatura para anunciar la paralización de las obras públicas en Asturias, que es la comunidad en la que más recortes ha aplicado el Gobierno Zapatero. Otro ejemplo claro es que en su intervención en el Ritz, ante varios ministros y en un foro con notable repercusión, evitó reivindicar las obras que Asturias necesita y merece y que el Gobierno Zapatero ha convertido en casi eternas. Son claros símbolos de una actitud sucursalista que va en contra de los intereses de esta comunidad, pues lo que precisamos es una permanente reivindicación de Asturias ante el Gobierno del Estado. No podemos permitir que se nos siga privando por más tiempo de infraestructuras básicas (el AVE, la Autovía del Cantábrico, la mejora de dotaciones y conexiones de nuestro aeropuerto?) para unirnos a las líneas de desarrollo de España y Europa; no podemos aceptar que se paralicen inversiones que cuentan con financiación, como las de los fondos mineros; no podemos consentir que Asturias siga perdiendo peso en Madrid en ese laberinto sin sentido en el que el Gobierno ha convertido el Estado de las autonomías. Debemos contar con un Gobierno fuerte, serio, consciente y comprometido con Asturias por encima de cualquier otro compromiso partidista; un Gobierno que consiga una posición de respeto y no de sumisión ante la Administración central.

Ideas renovadoras y gestión frente a propaganda y palabrería. Javier Fernández y Areces han construido un régimen al margen de la realidad. Cuando todos podemos comprobar en la hemeroteca que Zapatero prometió el AVE para el 2009 y luego para el 2011, ellos afirman que no hay el mínimo retraso cuando ahora dicen que quizás lo tengamos en el 2015; cuando todos los asturianos sufrimos diariamente la paralización de las grandes obras de infraestructuras, ellos tiran de estadísticas para decirnos que no, que no hay tal; cuando todos padecemos la burla de Unquera-Llanes, ellos dicen que es culpa de Aznar y que Zapatero está cumpliendo todos los plazos; cuando miles de familias padecen la emigración obligada de sus hijos, ellos vuelven a tirar de estadísticas para contar que el empleo juvenil va viento en popa; cuando miles de familias sufren la falta de las prometidas ayudas a la dependencia, ellos dicen que es falso, que su política social es la más progresista y avanzada de España?

Hacen propaganda, pero no gestión. Y cuando necesitan generar nuevas expectativas acuden a la palabrería. Javier Fernández nos ha dado ya varios ejemplos. Uno: ahora habla de un pacto demográfico, cuando hace seis meses rechazó en la Junta General una propuesta del PP que planteaba, no un vago concepto como hizo él, sino líneas concretas de debate para realizar acciones dirigidas a los jóvenes (para que puedan trabajar y vivir en Asturias), a los inmigrantes (para facilitar su integración), a los emigrantes (para tratar de conseguir que retornen y contribuyan al futuro de Asturias), a las unidades familiares (para favorecer el incremento de la natalidad), a la organización territorial y la calidad de vida en todos los municipios (para hacer atractivo la residencia en ellos)? Dos: su proyecto económico es como para echarse a temblar. Comenzó diciendo que el modelo que se debe seguir para lograr el cambio de la economía asturiana es el de las cuencas mineras (cuando el futuro de estas comarcas y todas sus gentes es uno de los grandes retos por afrontar, donde hay paralizados ya no se sabe si 300, 400 o 700 millones de euros de fondos mineros, donde se han registrado las operaciones más sórdidas -¿ya no se acuerda de Venturo XXI?- de la política de subvenciones a empresas «cercanas» del Gobierno de Areces y Javier Fernández?); luego habló de la importancia de fomentar las exportaciones como si no fuera responsable de una gestión política que en 12 años no ha sabido afrontar todas las necesarias acciones transversales que es preciso aplicar para tan evidente necesidad (mejora de las comunicaciones, apoyo a los emprendedores y a las empresas, invertir -y favorecer que las empresas inviertan- en investigación e innovación?); y en el Ritz pidió a sindicatos y empresarios que lideren el crecimiento de la región, lo que como declaración de intenciones no estaría mal si no fuera porque él lleva 12 años avalando a un Gobierno que ha sido incapaz de salir del mero «pasteleo» en vez de crear la condiciones adecuadas para generar actividad económica y empleo. Y tres: también en el Ritz, habló «del mérito y la capacidad» como valores a defender, pero al día siguiente su Gobierno modificó la ley de la Función Pública para poder seguir nombrando «a dedo» a más de 3.000 funcionarios públicos?

Jóvenes y Universidad frente a las viejas recetas. Javier Fernández no ha hecho aún ni una sola referencia consistente a dos pilares básicos de futuro para que Asturias salga de la crisis: los jóvenes y la Universidad. Es, quizás, el sino del Gobierno que avaló y respaldó durante los últimos 12 años. Sin duda, no tardará en tratar de demostrar con estadísticas irreales que Areces y él han hecho mucho por los jóvenes y por la Universidad. Pero los jóvenes saben bien, porque lo sufren directamente, que no ha habido políticas dirigidas a ellos para facilitarles empleo y todas las condiciones necesarias para su desarrollo personal y profesional en Asturias. Y la Universidad es más que consciente de la escasez de medios con la que la han dotado cuando es un instrumento imprescindible de futuro en la formación y en la investigación e innovación.

Sin duda, la política asturiana necesita un rumbo distinto al que ha seguido bajo la tutela en la sombra de Javier Fernández. Y lo necesita tanto en las formas como en el fondo. Hay que pasar de las buenas palabras a los buenos hechos; del despilfarro y el desgobierno a un gobierno que imponga austeridad y que dedique cada euro a crear las condiciones necesarias para reactivar y ofrecer cauces de desarrollo a la sociedad asturiana; de una administración laberíntica que ha recuperado en su peor versión un sector público incontrolado e incontrolable, a una administración eficiente guiada por el más escrupuloso respeto a la legalidad; del conformismo al dinamismo crítico para no perder el contacto con la cruda realidad que viven Asturias y los asturianos; de las estadísticas para el autobombo a los asturianos de a pie que nunca se ven reflejados en ellas porque no hay estadística que pueda recoger su angustia y sufrimiento personal ante las consecuencias que padecen de la crisis. Asturias necesita un cambio de rumbo y de capitán del barco, porque si en la próxima legislatura siguen los mismos y con el mismo proyecto el resultado será, también, el mismo.