Una testigo vio a "un joven moreno de pelo corto" cargar con una maleta junto a las vías
"Era un joven de treinta y tantos, estatura media, moreno y de pelo corto". Así describió ayer una vecina de Vallobín al hombre que vio desde su ventana "caminando de forma sospechosa y cargando con una maleta" en noviembre de 2014 junto a las vías de tren del apeadero de la zona, justo unos días antes de que unos operarios encontraran allí sin vida al pequeño Imran. La testigo explicó en la sala de vistas de la sección tercera de la Audiencia Provincial que el hombre le llamó la atención "porque miraba a todas partes, hacia delante y hacia atrás, dando la sensación de que no quería que le vieran". Además, contó que aquella persona cargaba con la maleta en lugar de hacerla rodar.
La magistrada ordenó al acusado, David F., que se levantara en el juicio para ser identificado, pero la testigo no pudo determinar "con seguridad" si se trataba de la misma persona que vio hace tres años. El que fuera pareja de Fadila C. y padrastro del pequeño asesinado declaró en un primer momento (hace tres años) haber matado al hijo de la marroquí de una brutal paliza cuando los tres compartían un piso alquilado en la calle Vázquez de Mella. Sin embargo, luego cambió su versión inculpando a Fadila y manteniendo su declaración en la primera sesión del juicio. David asegura ahora que sólo pretendía "encubrir" a una mujer por la que en ese momento "habría hecho cualquier cosa", ya que en realidad ella le había confesado previamente "que se le había ido la mano con el niño" y que alguien más la había ayudado a deshacerse del cadáver. "Me pidió desesperadamente que la ayudara, que ella era muy joven para ir a la cárcel y que a mí sólo me caerían cinco o seis años. Hablaba todo el tiempo en plural. Decía que habían lavado al niño y que lo habían tirado cerca de una mezquita", declaró ante la juez y el jurado en referencia al centro de oración que hay cerca del lugar en el que apareció el cuerpo.
Un psiquiatra que atendió al acusado en La Coruña en 2005 declaró ayer en el juicio que su paciente padecía "un trastorno de personalidad disociativo con rasgos antisociales y dependencia a tóxicos". Y no descartó la posibilidad apuntada por otro médico de que pueda sufrir "descargas impulsivas ante el menor percance". Es decir, que el padrastro de Imran podía tener accesos repentinos de ira y agresividad contra otra persona.
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