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La huella minera late dentro del concejo

A lo largo de más de siglo y medio el municipio vivió una intensa relación con el carbón, evidenciada en las explotaciones de Olloniego, el Naranco y Cuyences

Castillete del pozo San José de Olloniego surgiendo entre la masa forestal. A. P.

Aunque parezca inverosímil el subsuelo carbayón fue objeto de explotación de sustancias geológicas como hierro (en el Naranco, La Grandota y San Claudio); cobalto (en Paranza); yeso (en Oviedo) y de manera muy destacada, carbón. Todo ello sin olvidar las abundantes canteras de rocas industriales. De hecho, Oviedo se encuentra entre los veintidós concejos asturianos que pueden beneficiarse de los fondos mineros europeos para financiar proyectos de infraestructuras y restauración entre los años 2014 y 2018.

Existen en el municipio tres cuencas en las que se aprovechó el carbón. La primera en relevancia corresponde a Olloniego. Las otras dos (ya descritas en sendos artículos de La Nueva España de 18.08.2014 y de 18.02.2017) tienen menos trascendencia y se sitúan en el Monte Naranco, una en su vertiente septentrional y la otra -bastante más reducida- en las inmediaciones de Cuyences. En la actualidad no queda ninguna en activo.

La primera referencia sobre la existencia del combustible fósil en el concejo data de los albores del siglo XVI y figura en el relato de un viaje realizado por Felipe I, marido de la reina Juana -hija de los Reyes Católicos-, a Oviedo en el año 1501. Sin embargo, hay que llegar hasta las postrimerías del XVIII para encontrar evidencias bibliográficas fidedignas acerca de las explotaciones hulleras del lugar.

El testimonio histórico primigenio sobre la cuenca carbonífera de Olloniego proviene efectivamente de fines del Siglo de Oro y se encuentra en un dictamen emitido por el ingeniero Luis de Mevoilhon, el 15 de diciembre de 1787, dirigido a Thomas Bryant, componente de la Junta de Marina de El Ferrol: "Además de las minas del concejo de Langreo, considera, que en el futuro, deberán también explotarse las de Villaviciosa, Piloña, Llanera, Avilés, Quirós y Olloniego (cerca del río)".

En aquella centuria, las protominas fueron adquiridas por la Compañía San Luis", una institución privada con importante participación de capital y tecnología inglesa, que intentó crear un gran monopolio de la minería del carbón en Asturias. Jovellanos, defensor a ultranza de un régimen de libertad en la explotación carbonera, fue muy crítico con sus actividades: "No ha sido más puro y legítimo, el modo de adquirir las minas de Olloniego por medio de un contrato igualmente privado, insolemne, malicioso y sobre todo escandalosamente lesivo al público y a los propietarios de aquel terreno. ¿Para qué querrá, la Compañía San Luis tantas minas, con tan pocos fondos y medios de cultivarlas; sino para ofrecer en ellas un cebo a los nuevos suscriptores que solicita?"

Hacia 1840, estaban en funcionamiento las incipientes minas de Olloniego, que sobrellevaban la problemática de hallar mano de obra: "La explotación era muy lenta y además encontraban dificultad en conseguir personal, ya que a los labradores de aquella zona, no les gustaba cambiar su forma de trabajo en el campo por esta otra en la mina, más dura y difícil".

Los informes favorables de la visita de una delegación inglesa al criadero en 1842 propiciaron la constitución en Londres de la empresa "Asturian Coal and Mining Company", la cual adquiere rápidamente concesiones en este entorno, encargando un informe preliminar de las mismas al ingeniero Michael Forster, en el que se destaca la abundancia de carbón y su buena calidad para hacer coque. No obstante, su vida fue efímera, dando paso dos años después a la "Asturian Mining Company" o "Compañía Anglo-Asturiana". El banquero Numa Guilhou -financiero galo impulsor de Fábrica de Mieres- compra en 1857 la "Compagnie Minière et Métallurgique des Asturies" -sucesora desde 1853 de la "Asturian Mining Company"- al apreciar que la exportación de los carbones de este yacimiento "será ya fácil por hallarse cerca de la estación de Olloniego en el camino de hierro general á Gijón".

Guillermo Schulz, cuando trata en su "Descripción geológica de la provincia de Oviedo" (1858) de la calidad de los carbones de Asturias, recoge análisis de los de Olloniego y de Tudela, realizados por Manuel Azpíroz y por Adriano Paillette. También se ocupó de este depósito hullero Máximo Fuertes Acevedo quien, en su "Mineralogía Asturiana" (1884), resalta la buena calidad del material, señalando que "las hullas de este criadero gozan de una gran reputación".

Ya entrado el siglo XX, a partir de 1917 las minas fueron adquiridas por la "Sociedad Hullera de Veguín" y a partir del siguiente año se produjo una importante innovación de las instalaciones (modernizando los pozos y construyendo planos inclinados y un lavadero) al crearse la "Sociedad Hulleras de Veguín y Olloniego", integrada en Hunosa en el año 1968.

Sobresale en esa etapa la inauguración en 1958 del pozo vertical San José, dentro del grupo San Frechoso, infraestructura que, con diez plantas, alcanzó una profundidad de 650 metros; su actividad persistió hasta el verano de 1972. Reabrió en 1982 y cerró definitivamente diez años más tarde.

Son abundantes las concesiones mineras que existieron en esta zona, unas 70, abarcando una superficie de 1.575 hectáreas. Se repartían principalmente por las parroquias de Olloniego, Agüeria y San Julián de Box. Destacaron los pozos San José de Olloniego-1, San José de Olloniego-2 (sin apenas dinamismo) y San Julián de Box, acompañados de una amplia minería de montaña, donde cabe mencionar los chamizos Artemisa, Sota y Corza -situados en la vertiente septentrional de la Sierra del Fayeu-, que constituyeron unas de las primeras explotaciones hulleras de esta cuenca carbonera.

Como colofón cabe recalcar que Oviedo no sólo resalta como una ciudad administrativa y de servicios, sino que durante más de un siglo y medio el municipio estuvo involucrado en el beneficio del carbón.

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