El miedo a los ladrones del testigo de plástico se apodera de los ovetenses y desborda a la Policía Nacional. Los numerosos casos de robos en viviendas vacías detectados desde el inicio del verano han provocado una psicosis entre los vecinos que, unida a los cientos de marcas con las que los cacos comprueban si hay gente en las casas, están disparando las intervenciones de unos agentes que reconocen no dar para más. Apenas hay barrios que se hayan librado de los asaltos.

Desde que a comienzos de julio se detectaron las primeras marcas en las puertas de algunas viviendas de la plaza Teodoro López-Cuesta del Cristo, no han dejado de sucederse casos similares que están sembrando la alarma en la población. En aquella ocasión, los ladrones entraron a robar en una vivienda utilizando el método del "bumping", una técnica que consiste en forzar las cerraduras sin dejar marcas, sin llegar a entrar en otros pisos en los que controlaron la presencia de sus habitantes.

Otero, Buenavista, Santo Domingo o varias calles del centro como Los Avellanos (junto a Foncalada) o Concepción Arenal, antigua Comandante Caballero, son algunas de las zonas duramente golpeadas por una práctica que el año pasado ya dejó huella en La Corredoria, Pumarín, Vallobín, y Ciudad Naranco. Este verano los robos se han acentuado considerablemente y ya hay fuentes que aseguran que los asaltos no sólo se limitan a periodos vacacionales. "Existen casos de gente que sale dos horas a hacer la compra y cuando vuelve se encuentra con que le entraron en casa", indican algunas fuentescercanas a la Policía.

La principal consecuencia de esta sucesión de robos es que los agentes de la Policía judicial y científica están desbordados. La aparición de bloques de hasta 30 viviendas con las puertas de todos los pisos marcadas obliga a los policías a realizar intervenciones que en el caso de un edificio de Concepción Arenal se prolongaron durante más de cinco horas.

Las características de los testigos, de un material transparente y de unas dimensiones tan pequeñas que incluso hacen muy difícil su detección a simple vista, obligan a los profesionales a la utilización de lupas y pinzas para su retirada. A ello hay que sumar las labores para tratar de identificar las huellas de los autores tanto de la colocación de las marcas como de los robos. "Nos dijeron que no dan para más porque no paran de llamarlos para retirar testigos", indica el portero de un bloque afectado por la acción de los cacos.

El objetivo de los delincuentes está claro. Buscan dinero y objetos de valor como joyas que puedan ser fundidas y vendidas sin correr riesgos de que alguien pueda reclamar su propiedad. "Tal parece que sabían dónde tenían lo valioso", indica Consuelo García, una vecina de la calle Concepción Arenal que tras volver la pasada semana de unos días de vacaciones se encontró con la caja fuerte de su habitación reventada y todos los cajones de la casa revueltos. Los delincuentes se llevaron entonces muchas joyas de valor, "algunas de mucha antigüedad".

Pese a todo, fuentes policiales reconocen que en muchos casos las llamadas para comprobar la existencia de testigos son falsas alarmas. Concretamente, aseguran que hay casos en el que se hallan restos de testigos que en algunos casos ya fueron colocados años anteriores o incluso se encuentran con marcas cuya colocación corresponde a comerciales de determinadas empresas para señalar los pisos recorridos.