El dominico José María García Prada, doctor en filosofía y psicólogo, trató ayer de desvelar las claves de la "honda crisis" que sufre la práctica religiosa y que se traduce en "el abandono de los templos", en iglesias vacías cada domingo. "¿Se puede hablar de Dios hoy? ¿Cómo?" era el título de la conferencia con la que cerró ayee tarde, en el salón de actos de la parroquia de los Dominicos, el ciclo de charlas con las que la Orden de Predicadores está celebrando los 500 años de su presencia en Asturias.

García Prada es consciente de que las causas de esa crisis son muchas pero, por ir desbrozando el camino intelectual rumbo a una respuesta, su charla se centró en "quizá uno de los aspectos de los que menos se habla. Y ése es que el lenguaje religioso está maltrecho por sus cuatro costados", afirmó.

Todo ha cambiado en la teoría de la comunicación religiosa: el emisor, el receptor, el medio, el mensaje... En primer lugar, razonó, el emisor está tocado. Antes hablaba revestido de la autoridad de la jerarquía eclesiástica. "Ahora, en cambio, en esta realidad de la autonomía personal, la única autoridad que se reconoce es la de la experiencia, la experiencia del que ha sido testigo de algo". También se ha erosionado el mensaje, ha perdido vigencia "la idea del Dios que pide expiación de una ofensa infinita". Hoy hace falta transmitir la viviencia personal de lo religioso para que el receptor escuche. "Todos los sociólogos y analistas del fenómeno de la religión coinciden en destacar ese déficit de transmisión de la experiencia personal. Quien tenga esa experiencia del hombre con Dios, con lo divino, encontrará las palabras para transmitirla", incidió el conferenciante.

Sin esa experiencia, añadió García Prada, "las palabras de algunos clérigos se quedan en pura fraseología, palabras de relleno, palabras oídas hace muchos siglos, en comentario facilón donde la experiencia brilla por su ausencia. Cuando una homilía sale del corazón, es distinta".