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Misionero, visita Oviedo con motivo del Domund

Francisco Javier García Escorza: "Sentí la llamada clara de Dios en un cerro de Chile, dejé a mi novia y me hice misionero"

"Rompí con mi chica porque me di cuenta de que estar con ella mientras yo trataba de discernir mi vocación espiritual era como jugar a dos bandas"

Francisco Javier G. Escorza, ayer, en el colegio Amor de Dios. D. PEDROUZO

Francisco Javier García Escorza (San Bernardo, Chile, 1983) es misionero desde hace quince años y está a punto de ordenarse sacerdote. Descubrió su vocación recién estrenada la mayoría de edad y la carrera de Económicas y desde entonces ha viajado por el mundo adscrito a la Fraternidad Verbum Dei. Esta semana está en Oviedo para asistir a las actividades del Domund (Domingo Mundial de las Misiones) con el objetivo de transmitir a los más jóvenes su fe. Sin ir más lejos, ayer estuvo en el colegio Amor de Dios, donde atendió a LA NUEVA ESPAÑA.

- ¿Sintió la llamada de Dios o fue un proceso más lento?

-Ambas cosas. Sentí la llamada clara de Dios en un cerro de Chile, el San Cristóbal, dejé a mi novia y me hice misionero. Allí arriba, a los pies de la Virgen del cerro, oí que me decía que diez días de misiones no bastaban para transmitir su mensaje. Entendí entonces que tenía que entregarle mi vida. Pero, por otro lado, siempre tuve vocación, la verdad.

- Entonces ya había participado en misiones cristianas.

-Sí, pero ya digo, nunca por más de diez días. La llamada se produjo en 2003 durante unas misiones en Chile con la Fraternidad a la que pertenezco, la Verbum Dei. Ayudaba en las casas y a las familias. Un día conocí a una chica de quince años desesperada. Había intentado suicidarse porque no encontraba sentido a su vida. Me frustré al principio al no saber cómo ayudarla así que la invité a pasar una de aquellas jornadas de convivencia por las casas con nosotros. Al final del día me dio las gracias. Dijo que sus problemas no se iban a solucionar de la noche a la mañana, pero que se había sentido querida y que por fin comprendía lo que era ser hija de Dios. Luego fui al cerro y me pasó lo que ya he contado.

- Es como de película, pero ¿no le costó romper con su novia y su vida hasta ese momento?

-No fue fácil. Sabía que Dios me había llamado, pero no sabía para qué, ni cómo, ni dónde. Tenía que aclararme. Rompí con mi chica porque me di cuenta de que estar con ella mientras yo trataba de discernir mi vocación espiritual era como jugar a dos bandas. Seguí estudiando en la Universidad y cuando me quedaba un año supe que Dios me pedía dejarlo todo para seguirle. Eso hice y me convertí en misionero.

- ¿Qué es la Fraternidad Verbum Dei?

-Es una institución consagrada de la Iglesia cuya misión es el anuncio de la palabra de Dios a través de la oración, la predicación y el testimonio de vida evangélica. Hacemos convivencias, encuentros, ejercicios y retiros. El objetivo es que todas las personas tengan acceso a Dios con una experiencia de vida y cercana.

- ¿Dónde ha estado de misiones en estos años?

-En Chile, México, Rusia y ahora en España. Cada lugar con circunstancias sociales y religiosas muy diferentes.

- Por ejemplo, en Rusia la mayor parte de la población es ortodoxa. ¿Es necesario llevar allí la palabra de Dios?

-Claro que sí. En Rusia hacemos una misión ecuménica, es decir, buscamos la unidad de las confesiones religiosas cristianas. No se trata de convencer a nadie para hacerse católico, eso sería promover el proselitismo. En Rusia manteníamos un diálogo. La gente cree en Dios y en Jesús. También acompañábamos a la minoría católica del país, que es de un 1%, y a los jóvenes de habla hispana y portuguesa que estudiaban allí. Al final, logramos mostrar junto a los ortodoxos que la familia de Dios todos somos hermanos.

- ¿Y en México? Allí existen comunidades indígenas de varias religiones, pero la mayoría también es católica.

-Es cierto. De hecho, estuve en la sierra de Puebla, cerca de Puebla y Guadalajara, en comunidades indígenas católicas. Las iglesias suelen estar muy lejos y hay pocos sacerdotes, así que los pueblos están abandonados y es necesaria nuestra presencia. Para mí fue complicado inicialmente por la barrera idiomática. Ellos hablaban la lengua "náhuatl" y yo español. No sabía cómo comunicarme, pero entendí que transmitir el mensaje de Dios no sólo es predicar, sino también encarnarte en dónde estás: "La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros".

- Aparte del Evangelio según San Juan, ¿cómo logró hablar con la gente?

-Viendo y comiendo como ellos. Siendo uno más. Me tuve que acostumbrar a no tener baño, a asearme a base de jicarazos (tirarse agua por encima con ayuda de un balde) o a comer sin cubiertos. Además, los niños de los pueblos indígenas eran mis intérpretes con las personas mayores. Los chavales hablan más castellano.

- ¿Cuándo se va a ordenar sacerdote y por qué ha esperado quince años?

-El 30 de noviembre me ordenan diácono en Madrid y probablemente en junio será mi ordenación sacerdotal en Chile. Decidí esperar unos años para ordenarme hasta llegar a España. Me destinaron aquí hace año y medio y entonces di el paso. En el destino anterior, en Rusia, me era más difícil por el idioma. Necesitaba hablar ruso y aunque lo estaba estudiando no iba a ser lo mismo.

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