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Cultura anuncia un proyecto para el Bellas Artes pese a que hay uno hecho hace diez años

El arquitecto Patxi Mangado afirma que el diseño y la ejecución de la ampliación se entregaron y se cobrabron en enero de 2010

El arqueólogo Juan Muñiz, junto al mosaico romano, en la visita guiada de ayer, con Piñán detrás de él. Irma Collín

La consejera de Cultura anunció ayer que los 100.000 euros reservados por el Principado para el Museo de Bellas Artes en el borrador del presupuesto de 2020 son para "elaborar un proyecto" correspondiente a la segunda fase de ampliación de la pinacoteca, una obra que el Gobierno regional quiere tener terminada antes de que finalice esta legislatura. Berta Piñán no aclaró si ese proyecto al que se refiere es uno nuevo o si la inversión está ligada al ya elaborado por el arquitecto Patxi Mangado, que fue entregado por el navarro al Principado en enero del 2010. "Está hecho y cobrado desde hace casi diez años. Lo que hay que hacer es empezar a ejecutar la obra", explicó ayer Mangado a este diario.

Patxi Mangado confía en que su proyecto sea el que regirá la segunda fase de los trabajos en el Bellas Artes. "La obra lleva paralizada bastante tiempo porque se han vivido unos años en los que la poca abundancia económica obligó a priorizar otras inversiones. Aunque quiero mucho a este museo entiendo que las necesidades sociales son más importantes. No obstante me alegro de que ahora se haya reservado dinero y confío en que sea para completar el edificio con el proyecto que ya está hecho", señala el arquitecto. "Es poco dinero, pero es una intención política y eso se agradece", añade.

El arquitecto navarro sostiene que ese dinero que aparece en el proyecto del presupuesto regional para el año 2020 podría servir para derribar el viejo edificio anexo al museo, una demolición necesaria para acometer la ampliación. "Se podría utilizar esa partida para el derribo porque serviría para completar el organigrama funcional del conjunto de los edificios del museo, que es uno de los objetivos de la fase de ampliación", dice Mangado.

El proyecto terminado por el arquitecto hace diez años también contempla otros objetivos. "Lo que se pretende es recuperar una de las fachadas más bonitas del Palacio de Velarde, que ahora mismo está tapada por una intervención que no fue demasiado afortunada. La idea es generar un espacio de buena altura que permitiría disfrutar de esa fachada", explica. Mangado asegura que su proyecto incluye, entre otras cosas, algunas zonas expositivas nuevas, un salón de actos y la mejora del sótano y los almacenes para poder albergar más obras. "No es tanto lo que se añade, es más importante que la obra va a permitir que el museo entre en funcionamiento en toda su dimensión", añade. Esa idea la comparte Piñán. "No es sólo una ampliación expositiva, es sobre todo técnica. Queremos el funcionamiento óptimo del museo y la obra es fundamental", dijo ayer la titular de Cultura en el Principado.

Una pinacoteca sin compras

El Museo de Bellas Artes de Asturias no puede adquirir obras de arte. No se trata de una cuestión de liquidez, sino de un problema eminentemente administrativo: el Principado de Asturias no consigna cantidad alguna para la adquisición de obras de arte en el capítulo VI de los presupuestos regionales, el que integra las inversiones, desde el año 2011. Entonces, con la obra de la ampliación en el horizonte, la Consejería de Cultura centró su esfuerzo presupuestario en la obra y retiró su aportación anual al Bellas Artes, que tuvo que tirar de ahorros (la pinacoteca tenía 1,1 millones de euros de remanente) para mantener la actividad. Cuando un año después se recuperó la aportación autonómica para el funcionamiento del museo, no se reseñó ninguna cantidad para adquisición de obras de arte. Una situación que se mantuvo en los años siguientes, y que el nuevo ejecutivo que preside Adrián Barbón mantiene para 2020.

La supresión del capítulo para adquirir obras de arte afecta de forma directa a la competitividad de la pinacoteca. En atención a la riqueza de su colección, el asturiano se sitúa entre los cuatro principales museos de Bellas Artes de España, solo por detrás de Bilbao y en franca competencia con Valencia y Sevilla. Por poner un ejemplo, el museo vasco, que se considera el modelo a seguir dentro del ramo, suscribió en 2012 un préstamo de 2,1 millones, a pagar en seis años, para adquirir obra nueva. Esa cantidad, unida a los fondos aportados por la Asociación de Amigos del Museo, permitió a la entidad invertir, entre 2017 y 2018, un total de 972.293 euros en la adquisición de obras de arte con las que enriquecer sus colecciones.

En estos años, el Bellas Artes de Asturias ha logrado suplir en parte esta carencia presupuestaria con las donaciones, especialmente la realizada por el magnate astur-mexicano Plácido Arango pero también las realizadas por artistas asturianos, con depósitos de algunos coleccionistas y con soluciones expositivas como el programa “La obra invitada”, que permite a la pinacoteca exponer durante unos meses obras de arte procedente de otras instituciones o de colecciones privadas, cubriendo así, siquiera temporalmente, las lagunas de su propia colección. Es el caso, por ejemplo, del cuadro “El bufón, la mujer y el gato a la ventana”, de Jacob Jordaens, una obra maestra de la pintura flamenca procedente de la Colección Epiarte que actualmente se expone en el museo, donde permanecerá hasta el 16 de febrero de 2020.

Las estrecheces presupuestarias en torno al museo no se limitan a la adquisición de obras. El Bellas Artes, que contaba con más de cuatro millones de presupuesto quince años atrás, ha sufrido los recortes en las aportaciones del Principado durante la última década, pese a que desde que se abrió la ampliación, en 2015, ha visto cómo se duplicaban sus gastos y su espacio expositivo. Pero ni el presupuesto ni la plantilla -con tres plazas pendientes de cubrir vía concurso- se han adecuado a las nuevas necesidades. Además, la pinacoteca tiene que afrontar gastos derivados de la no ejecución de la segunda fase de la ampliación (como es el alquiler de un depósito externo, cifrado en 90.000 euros anuales más la contratación de vigilancia las 24 horas) que dejan a sus gestores con poco margen de maniobra.

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