Excelente contador de historias, buena persona y brillante en todas sus facetas artísticas. Estas son las tres características de Jaime Herrero que subrayan todos sus amigos, colegas de profesión y representantes culturales dentro y fuera de Asturias. Su desaparición les ha sumido en la tristeza de quien pierde a un ser querido de los que dejan huella y buenos recuerdos. La noticia de su fallecimiento, publicada ayer en la versión digital de LA NUEVA ESPAÑA, se extendió rápidamente. Decenas de llamadas y mensajes corrieron de un teléfono a otro, pero en cada conversación siempre asomaba una sonrisa. La producida por la memoria de sus millones de historias, fabulaciones y vasto legado.

El director del Museo Bellas Artes de Asturias, Alfonso Palacio, lo describe como un hombre cariñoso y cercano que visitaba con frecuencia las exposiciones: "Fue uno de los grandes renovadores de la pintura de los 50, 60 y 70. Apostó por un expresionismo que servía de radiografía de la angustia de la posguerra y la dictadura. Su estilo era audaz, singular y destilaba un profundo conocimiento de la pintura europea del momento, como por ejemplo la del Grupo Cobra".

De la misma opinión es el escultor Fernando Alba, amigo personal de Herrero. "Era brillante en todas sus facetas y capaz de abrir otra puerta en sus planteamientos frente a la monotonía. Aprecio especialmente los murales que expuso en el Palladium en los 70 y 80, muy al estilo de Francis Bacon o el Grupo Cobra", indicó.

Santiago Martínez, profesor en la Escuela de Arte de Oviedo, destaca el trabajo de Herrero en ilustración, grabado y edición de arte: "Me impresionan las excelentes ilustraciones de una edición especial del libro 'Cuervo' de Leopoldo Alas, 'Clarín', en las que, sin desligarse de su personal estilo figurativo, se advierte un Jaime Herrero sereno y preciso, capaz de captar la esencia de las cosas".

Emocionado por los muchos años de amistad con Herrero, el que fuera director del Museo de Bellas Artes de Asturias, el conservador José Antonio Fernández Castañón, "Toto", se queda con los momentos vividos y la calidad humana del artista: "Éramos amigos desde los 17 años y por entonces él ya era pintor. Paseábamos arriba y abajo 'refrescando' por el paseo de José Antonio (hoy los Álamos). Era un gran conversador que encandilaba a todo el mundo. Es triste que hayan desaparecido tantos compañeros como Pepe Ortega, Legazpi o Alejandro Mieres".

Desde Tribuna Ciudadana, asociación cultural que Herrero fundó junto a un núcleo duro formado por Juan Benito Argüelles y Lola Lucio, entre otros, lloran su pérdida. Así, Alfonso Toribio, expresidente y miembro de la junta directiva, califica de "palo y pérdida terrible" el fallecimiento del pintor. "Supone el adiós a un bastión de Tribuna Ciudadana. Jaime era de esas personas que no tienen enemigos ", afirmó.

Lo mismo opina el poeta y crítico literario José Luis García Martín, que se declara admirador absoluto de su obra: "Era el mejor narrador de historias que he conocido. Hacía poesía de tipo surrealista. Era un artista total. El único que al llegar a una presentación era amigo de todos los escritores y también recibía la admiración de los que estaban allí".

El escritor Jorge Ordaz le conoció a finales de los 70 y se hicieron grandes amigos: "Colaboró en las ilustraciones de un libro que escribí con Juan Luis Martínez, 'Gabinete de Ciencias Asturales'. Mantuvimos la amistad todos estos años. Fue un gran amigo, gran conversador, contador de historias excepcional y muy buena persona".

La cineasta Ángeles Muñiz, amiga y vecina de Herrero, dirigió hace unos años un documental sobre su vida que le permitió conocer mejor al artista. "Era muy interesante oírle hablar de lo que fuera. Igual que era maravillosa su mujer, Coté, muy empática e inteligente. Le dije a Herrero: 'Cuéntame tu vida y pinta un cuadro en directo'", rememoró Muñiz. El periodista Mario Bango guarda grandes recuerdos de Herrero como dibujante en RTVE. "Entró en la casa cuando los rótulos había que hacerlos a mano porque no había ordenadores. Siempre fue muy creativo, simpático, irónico y muy buen compañero". El también periodista Juan de Lillo compartió con Herrero horas de trabajo en la desaparecida publicación "Asturias Semanal".

El pintor fue el encargado de hacer la portada del último número de la publicación, que no vio la luz. "Era para las elecciones de 1977. Dibujó una ruleta con la foto de los candidatos. No llegó a publicarse porque la revista cerró. Era un hombre culto, diría que del Renacimiento", señala De Lillo.

Tanto el Principado como el Ayuntamiento mostraron su pesar por el fallecimiento de Herrero. La consejera de Cultura, Berta Piñán, aseguró que es "un duro golpe" y calificó al artista como un adelantado a su tiempo. "Trabajó con dedicación innegable y un especialísimo sentido del humor. Fue una referencia singular en Oviedo, donde tuvo su territorio vital por elección y una presencia relevante en la cultura asturiana, que ha reconocido siempre su trabajo y dedicación social y cultural".

"Oviedo echa ya de menos al artista", afirmó el edil de Cultura, José Luis Costillas. "El Oviedín del alma, como Herrero llamaba a la ciudad que lo acogió, se queda hoy un poco más huérfana", subrayó.