Con el fallo a última hora del solista Martin y de la directora Alondra de la Parra, la Fundación de Cultura preparó en tiempo récord un concierto que dejó gran sabor de boca y gustó mucho al público ovetense para la segunda entrega del ciclo de Conciertos del Auditorio, que cuenta con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA.
El concierto de ayer tuvo un importante poder de convocatoria. El Danzón nº 2 de Arturo Márquez fue la primera obra del programa. Lleno de ritmos y melodías sugerentes, fue un buen comienzo que puso de manifiesto la versatilidad y el dinamismo tanto de la Oviedo Filarmonía como del director Tarmo Peltokoski. Una página llena de color que entusiasmó al público.
Llegó entonces el turno para Viktoria Mullova, que regresó a Oviedo con el “Concierto para violín en re menor”, de Sibelius, una de las obras más interpretadas y carismáticas escritas para este instrumento. De Mullova destacó ayer en Oviedo la corrección técnica y la proyección sonora de su Guadagnini, sobre todo en la complicada cadenza del primer movimiento. No obstante, hubo también algunas cuestiones de afinación importantes. El segundo movimiento destacó por su lirismo, dando paso al tercero, muy exigente, donde Mullova brilló una vez más a su técnica.
En la segunda parte, Peltokoski y la OFIL ofrecieron una lectura muy cuidada de la Sinfonía n.º 8 de Dvorák, que quiso enfatizar sobre todo la sonoridad y el empaste de la agrupación sinfónica, con momentos de gran belleza, como ocurrió en el segundo y tercero movimientos. Peltokoski, en el podio, fue un director implicado, muy gestual y nada ortodoxo en la forma en la que se puso al frente de la orquesta, pero consiguió un buen resultado por parte de los profesores de la agrupación. Al final, agradecido, el público aplaudió satisfecho esta segunda parte del concierto.
