Apoyo unánime de todos los grupos políticos municipales en el Ayuntamiento de Oviedo para exigir al rector universitario, Ignacio Villaverde, que dé marcha atrás con sus planes de trasladar la Escuela de Minas de la capital asturiana al campus de Barredo (en Mieres). Unánime, pero con muchos matices en función del bando. PP, PSOE, Ciudadanos, Podemos y Vox votaron al unísono a favor de una proposición del equipo de gobierno secundada por la propia Escuela de Minas para exigir que se pare la marcha del centro. De hecho, el director de este centro –amenazado por una mudanza a la que se resiste con uñas y dientes–, Francisco Javier Iglesias, participó en el pleno con una intervención en la que puso de relieve sus enormes discrepancias con el rector Villaverde por un gasto, el del traslado, que “considera ingente”. El máximo mandatario universitario fue también la diana de las críticas del alcalde, Alfredo Canteli. “Parece que hay un intento para que el peso de la Universidad se reduzca en Oviedo”, dijo, “ahora es Minas, pero mañana puede ser Químicas y pasado mañana Informática”.

Con argumentos muy similares, tanto Iglesias como Canteli defendieron con cierta vehemencia que no ha habido una verdadera voluntad para revitalizar Minas y que su mudanza a Mieres será, señalaron, el más que probable final de esta titulación. “Con el traslado se perderán los grupos de investigación, y el modelo de éxito desaparecerá sin más, poniendo en riesgo a la titulación”, señaló, “esta propuesta añade gastos para una solución temporal que bien se podrían aprovechar para investigar más”. Resaltó que existen caminos diversos para potenciar estos estudios si realmente hubiera voluntad por parte de la Universidad y ninguno de ellos lleva hacia el campus de Barredo. Una de las vías sería la de establecer en Minas el grado de Energías Renovables y Sostenibilidad, que fue una propuesta de la propia Escuela hace ya cinco años y que ahora la Universidad plantea llevar también a Mieres. Es más, el planteamiento municipal aprobado ayer reclama al Rector que ese grado de nuevo cuño venga a parar a la capital asturiana.

Mucho más incisivo, Alfredo Canteli aseguró que “es un absoluto despropósito plantear un plan millonario sin buscar consensos y acuerdos”, en alusión al proyecto de la Universidad de reordenar sus campus. El regidor ve por detrás un sesgo político. “Parece una constante querer quitarle Minas a Oviedo, esta no es la primera vez, detrás hay razones políticas que ni conozco ni tengo ganas, pero que apuntan a que el peso de la Universidad se reduzca en Oviedo”, señaló. “La Universidad es autónoma, pero su presupuesto lo define el Principado y lo pagamos todos los asturianos. pido al Rector que rectifique”. En alusión al campus de Barredo añadió: “Parece que se quiere trasladar a Minas a un centro para enfermos terminales sin ningún futuro”.

Entre el resto de grupos políticos también hubo ímpetu en defender que Minas no se mueva de su actual ubicación en la calle Independencia de Oviedo, pero con diferentes grados. Cristina Coto, portavoz de Vox, cuestionó que el argumento del equipo rectoral para llevarse Minas a Mieres sea que estos estudios necesitan reinventarse para, en primer lugar, ir ganando estudiantes. “¿Por qué no puede reinventarse en Oviedo? A Minas se le han negado todas las inversiones, primero la asfixias y luego te la llevas a Mieres”, resaltó después de recordar que la propia capital asturiana –a través del Ayuntamiento– había pagado parte de la construcción de la Escuela.

Podemos, por su parte, optó por una estrategia menos agresiva. “Proponemos más acción y menos oración porque nuestra responsabilidad es hacer propuestas con hechos concretos, con políticas que eviten el éxodo juvenil”, señaló la portavoz de la formación morada, Ana Taboada, en confrontación con Vox, donde no entraron al trapo. “Creemos que hay que sentarse con sosiego y rigor para que Minas se quede en Oviedo”, agregó Taboada. Aunque minutos antes había dicho que “quizás el campus de Barredo fuera un absurdo”.

Otro punto de vista lo ofreció el portavoz del PSOE, Wenceslao López, que reprochó directamente al alcalde no haber contado con los grupos políticos municipales cuando el Ayuntamiento presentó alegaciones al plan de reordenación del rectorado de la Universidad de Oviedo. “Nos han marginado, como siempre hacen, poniendo a su partido por delante de Oviedo”, dijo. A mayores, acusó al Gobierno municipal de haberles “usurpado sus contribuciones” a la propuesta municipal que, finalmente, acabó aprobándose. “Esto es una provocación permanente a los grupos de la oposición”, señaló. Algo más sosegado agregó que en el debate se estaba pasando por alto el verdadero “problema de fondo de Minas, que no es dónde se ubica la Escuela, sino si estos estudios tienen futuro tal y como están diseñados ahora mismo, con una actividad minera en declive”.

Canteli eludió el enfrentamiento. Fue el portavoz del PP ovetense, Mario Arias, el que respondió. Y disparó a discreción. A López le acusó de haber “reventado el discurso socialista con el que han engañado a los asturianos en los últimos 80 años”. Y aseguró que “el diálogo con la Universidad es cordial”. También atacó a Taboada por su tibieza. “Cuando hay un tema que afecta a Oviedo no son partidarios de manifestarse porque piensa que hay que seducir en lugar de salir a la calle”. Por último, apuntó a Coto. “Te falta credibilidad”, le dijo, “a mamporrazos no se consigue nada y no vamos a dejar de usar todas las armas que tengamos a nuestro alcance para defender la permanencia de Minas en Oviedo”. Incluso abogó por emprender una batalla judicial si el Rector continua con la mudanza.

Hubo un último dardo. Ignacio Cuesta, de Ciudadanos, destacó durante su turno “la indisociable asociación entre la Escuela y la ciudad” y puso el acento en que Ignacio Villaverde aún está a tiempo de rectificar. El dardo se lo lanzó a Coto. “Es mucho más complicado gestionar que tuitear, sin colaboración institucional no se puede gobernar”, dijo. La puya dio para un pequeño rifirrafe dialéctico en el que se vio inmerso el propio alcalde. Al final, la sangre política no llegó al río y la propuesta municipal para intentar salvar Minas se aprobó por unanimidad.