Sofía Melón y Liani Bousoño son amigas, estudian en el colegio Carmen Ruiz-Tilve de La Corredoria y pronto pasarán a la ESO. Aunque no lo harán en el esperado segundo instituto del barrio: se sumarán al ya saturado aforo del único IES de la zona. “Nos dijeron que en 2023 se inauguraría y aún no se ha movido ni un gramo de tierra”, denuncian los perjudicados. Por eso, una multitud de más de 300 padres, madres, estudiantes y vecinos del barrio alzó ayer la voz en una manifestación exigiendo la construcción el nuevo espacio que precisan y que reclaman desde hace al menos una década.

Varios alumnos protestan junto a sus pancartas. | Fernando Rodríguez

Los manifestantes denuncian que la Consejería de Educación aseguró que para estas fechas las obras estarían ya en marcha, pero el proyecto se encuentra paralizado. Para visibilizar el malestar del barrio, la movilización culminó en la parcela adjudicada para su edificación pero sin obras iniciadas. “Nuestros hijos no son ciudadanos de segunda”, clamaron desde la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) del actual IES durante una protesta en la que también participaron los colectivos de padres de los centros de Primaria del barrio: La Corredoria, Poeta Ángel González y Carmen Ruiz-Tilve. “Hay una generación que no conoce otra aula que barracones”, explicaron los representantes de las AMPA, en referencia al método de “posguerra” que en más de una ocasión se ha utilizado en los colegios de la zona ante los problemas de capacidad para recibir alumnado. Las AMPA temen que con el nuevo curso esa situación empeore aún más en el instituto: “Habrá que añadir tres o cuatro”.

Dos niños durante la manifestación. | Fernando Rodríguez

“No más retrasos, queremos instituto ya”, gritaban los jóvenes junto a sus pancartas que proclamaban: “No hay educación con masificación”. Silbatos, cánticos y altavoces, como del que no se separaba el pequeño Enol González, de 8 años, acompañaron la marcha, que partió desde la plaza del Conceyín y fue aplaudida por curiosos asomados a sus ventanas y trabajadores de los negocios colindantes.

Los portavoces Marcos González, Sonia Ribeiro y Pilar Suárez, junto a otros miembros de las AMPA. | Fernando Rodríguez

Los perjudicados aseguraron que esto es tan solo el pistoletazo de salida del movimiento y advirtieron que no quieren más promesas ni buenas palabras: “Hasta que no veamos máquinas trabajando no vamos a parar”.