La Corredoria se cura en salud mental

El Centro de Tratamiento Integral atiende en el barrio a casi 250 pacientes psiquiátricos graves: "Lo más gratificante es verlos mejorar"

Es desconocido para muchos ovetenses e invisible en Google Maps, pero en el barrio de La Corredoria hay un espacio donde casi 250 personas libran una batalla diaria por su salud mental. El Centro de Tratamiento Integral (CTI), situado junto al centro de salud del barrio, atiende a pacientes psiquiátricos graves. Allí, un ejército de profesionales intenta que su vida sea algo más fácil. Y la mayoría de veces lo consiguen. "Lo más gratificante es ver a los usuarios mejorar. En un 99% de los casos es así solo con darles atención", señala Carmen Carro, responsable del centro. El de La Corredoria, inaugurado en 2015, es el único equipamiento de este tipo que existe en la ciudad junto al de San Lázaro, que es más pequeño.

Mientras el aumento de hospitalizaciones por enfermedades mentales satura el HUCA y le ha forzado a una inminente ampliación de su unidad de psiquiatría, el CTI también está al máximo de ocupación. Además de unas 230 personas que reciben allí tratamiento de día, las 24 camas para personas que necesitan pernoctar en el centro están ocupadas. Una carga de tareas importante para el equipo de trabajo, compuesto por 15 auxiliares, cinco enfermeras, tres terapeutas ocupacionales, dos psiquiatras, una supervisora, una psicóloga y una trabajadora social. La supervisora, Elena Marqués, cree que se ha mejorado en la concienciación sobre la enfermedad mental, "aunque aún queda mucho camino por recorrer" y considera que hay cambios sociales como la aparición de internet que generan "un doble estigma" en los pacientes.

El equipo de trabajadores del CTI de La Corredoria posa en el recibidor del centro.

El equipo de trabajadores del CTI de La Corredoria posa en el recibidor del centro. / V. D.

La unidad de hospitalización deriva a los pacientes al CTI y, tras analizar las necesidades de lo que se necesita potenciar en cada uno, el centro los va incorporando distintas actividades. Deportes como el bádminton, la natación o el baloncesto tienen un papel protagonista en jornadas donde también se aprende a cocinar, a cuidar la higiene o a manejar dinero. De lo básico se pasa a talleres más complejos como uno de toma de decisiones que preparan Noelia Camino y Claudia Gutiérrez, dos de las terapeutas ocupacionales. "Es importante que adquieran habilidades sociales para aprender a decir que no o para expresar sus emociones en público", exponen las profesionales.

La edad de los usuarios es de 18 a 65 años, aunque a veces se admite a pacientes mayores por su dificultad para acceder a otros recursos de dependencia. Por otro lado, las familias tienen un papel primordial. "Participan de todo el proceso y son los que más notan los cambios", remarca el personal del centro.