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La tradicional comida campestre en la capital

Los jóvenes cambian el bollu por l’escanciáu

En Purificación Tomás y el Parque de Invierno priman los botellones durante el Martes de Campo: “De comer aquí hay poco”

Por la izquierda, Ángel Tosal y Pablo Naves de camino al parque Purificación Tomás.. | Valentina Ciuca

La tradición marca bollo y vino, pero las nuevas generaciones optaron por “snacks”, sombra y sidra para combatir las altas temperaturas del Martes de Campo. Así como San Francisco volvió a ser la sede de una celebración más familiar, y con los pequeños de punta en blanco, Purificación Tomás y el Parque de Invierno dieron cobijo a quienes se apañaban con una toalla en el suelo y un alijo de botellas a su lado. Los caminos de acceso a ambas zonas verdes eran ya un indicativo de lo que aguardaba al llegar: jóvenes que desfilaban como hormiguitas cargados con cajas y neveras portátiles.

Arriba, por la izquierda Marina Pedia Daniel Alonso, Ainhoa Rodríguez, Vinicius Iglesias, Manuel Fernández, Alejandra Istillarte, Cecilia Pérez y Javier Alonso en Purificación Tomás. En el medio por la derecha, Elena Kuhnen, Idil Baharli, Nuria López, Nacho Rodríguez, Juan Martín y Virginia Cano en el Parque de Invierno. La tercera por la izquierda, Adalgisa Castro, Sileni Castro y Yolanda Patiño en Purificación Tomás. Abajo, varias botellas de sidras vacías en Purificación Tomás.. | Valentina Ciuca

“Hemos quedado aquí con unos amigos de Gijón porque es la zona con más ambiente”, reconocen Pablo Naves y Ángel Tosal, de camino al interior de Purificación Tomás con una empanada en lugar del pan con chorizo y varias bebidas para amenizar la tarde: “Estamos a la espera de que traigan más”, cuenta Naves señalando la caja de Quelo que intentan resguardar del sol.

Los jóvenes cambian el bollu por l’escanciáu

No muy lejos de allí se apiñaban estudiantes y universitarios entre un mix de música resultado de la mezcla de unos altavoces con otros, eso sí, los últimos “hits” del momento. Ropa veraniega, camisetas mojadas, falta de camisetas, cuerpos pintados y pegatinas en el rostro desfilaban de un lado a otro de la pradera en “busca de un baño” o a algún amigo perdido con el que se citaron en un punto inexacto. Marina Pedia, Daniel Alonso, Ainhoa Rodríguez, Vinicius Iglesias, Manuel Fernández, Alejandra Istillarte, Cecilia Pérez y Javier Alonso son compañeros de clase y llevan la intención de permanecer allí “hasta que el cuerpo aguante”. Cuentan con reservas para montar un pequeño picnic, aunque reconocer: “De comer aquí hay poco”. Una costumbre que parece haber marcado tendencia entre los asistentes.

Los jóvenes cambian el bollu por l’escanciáu Elena G. Díez

Elena Kuhnen, Idil Baharli, Nuria López, Nacho Rodríguez, Juan Martín y Virginia Cano son nóveles en la experiencia. Excepto Cano todos son estudiantes de fuera y aprovecharon que su residencia se encontraba cerca del Parque de Invierno para salir y conocer el ambiente: “Nos está gustando mucho, hay un montón de gente y muy buen rollo”, aseguran. En su caso triunfan las patatas fritas y alguna que otra bebida mezclada con Coca-Cola.

Los jóvenes cambian el bollu por l’escanciáu

Entre ambas ubicaciones hay quienes, al otro lado de la brecha generacional, hallaron un hueco e hicieron de él un remanso de paz. Como las hermanas dominicanas Sileni Castro y Adalgisa Castro que celebraban la jornada al principio de Purificación Tomás con bollo adquirido en Vallobín y junto a su amiga Yolanda Patiño. “Somos las mayores pero no nos importa, elegimos este sitio para no mezclarnos mucho con la gente. Aún nos da respeto”.

Lo mismo sucedía con alguna saga familiar que eligió el Parque de Invierno para instalar todo un tenderete playero. Sombrillas, sillas plegables y tiendas de campaña se convirtieron en un reclamo para niños y mayores. “Venimos aquí cada año”, dicen los miembros del la reunión de los Prado. Son 16 y tienen una infraestructura formidable para protegerse del sol, además contar con una gran variedad de alimentos.

Edades y menajes aparte, si algo destacó durante el día en honor a doña Velasquita Giraldez fue la ilusión de volver a brindar a cara destapada. Quienes salieron perdiendo este Martes de Campo de 2022 fueron los alumnos que hoy comienzan las pruebas de la EBAU, que ni recogieron “bollu” ni acudieron al multitudinario “escanciáu”.

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