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Oviedo le hinca el diente con ganas al Martes de Campo y a la Ronda Norte

Canteli sale en defensa de la infraestructura, tras la protesta de un grupo de manifestantes l La fiesta volvió a ser multitudinaria y «espectacular»

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EN IMÁGENES: Así vivieron los ovetenses el Martes de Campo Irma Collín

Oviedo le hincó el diente con ganas al bollo de chorizo y le dio un buen meneo a la botella de vino (o lo que surgiera). Fue un Martes de Campo como antaño. Con los parques y zonas verdes de la ciudad llenas a rebosar y con un gran ambiente festivo, igual que ocurría antes de la pandemia. Había ganas y se notaba. El mordisco al pan mojado en grasa tuvo también un aire reivindicativo. O, al menos, sirvió para dejar en evidencia las enormes diferencias que hay entre dos bandos que desde hace un tiempo están enfrentados en la capital. Ocurrió en el paseo del Bombé en pleno jolgorio festivo, con la banda de música tocando de fondo alguno de los grandes «hits» del folclore asturiano. Allí, a eso de las dos de la tarde, un grupo de manifestantes aprovecharon el bullicio para protestar, casi al ritmo de la música, en contra de la construcción de la Ronda Norte. Lo hicieron durante el acto institucional de la fiesta en el que la plana mayor de la Corporación brindaba entorno a una mesa y apoyados por Somos (el grupo municipal de Podemos) que, curiosamente, también compartía en ese momento vino y mantel con los concejales del PP y Ciudadanos. Allí, el alcalde del municipio, Alfredo Canteli, restaba importancia a las protestas y defendía con vehemencia la infraestructura. No dejó que el amarillo chillón de las camisetas de los manifestantes le atragantaran el bollo.

«¿Cuántos son? He estado contándolos y serán 20, 23 o 24 como mucho. En Oviedo somos 220.000 habitantes y la Ronda Norte es una necesidad histórica y pelearemos por ella, por hacerla lo menos agresiva para el Naranco que se pueda. No representan a nadie (en alusión a los manifestantes), ni siquiera a sí mismos», aseguró. Eran pocos, según el conteo del alcalde, pero se hacían oír. Tanto que acabaron bailando a corro y cogidos de la mano al son de la banda mientras gritaban consignas en contra de la Ronda Norte.

Al que sí que se le atragantó el bollo fue al presidente de la sociedad protectora de la Balesquida, José Antonio Alonso, que sin pelos en la lengua aseguraba al filo de las dos de la tarde que el balance de las fiestas era «desastroso». ¿La razón? Podría decirse que hubo un pequeño error de cálculo. «Hemos dejado sin bollos a algunos socios, estamos haciendo algunas gestiones para ver si nos pueden enviar más, pero los que nos habían enviado se han acabado todos», lamentaba visiblemente afectado, «no sé exactamente qué es lo que ha podido ocurrir». Un mal trago. Ya por la tarde y algo más tranquilo, Alonso reconocía que el problema había quedado solucionado «parcialmente». Y destacaba que el ambiente festivo había sido «espectacular».

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Entorno a la mesa de las autoridades hubo momentos en los que los cuchillos no cortaban bollos, sino la tensión. Todo por culpa de la Ronda Norte. Dos de los ediles de Somos, Ana Taboada y Nacho del Páramo, compartían mantel vestidos con la misma camiseta amarilla que llevaban los manifestantes que seguían el brindis festivo desde una prudencial distancia. No llegó la sangre al Nalón, pero antes del choque de vasos hubo un pequeño enfrentamiento verbal entre Taboada y Mario Arias, el primer teniente de alcalde. Arias defendía con vehemencia que la Ronda Norte servirá para «mejorar la movilidad entre el oeste y el este de la ciudad». Y le echó en cara a Taboada: «Pero tú estás en el gobierno de España (en alusión a que Podemos forma parte de ejecutivo nacional junto al PSOE) que son los que son los que han propuesto el proyecto». Taboada no evitó la arena política. «Se debe explicar a la ciudadanía lo que está pasando con esta infraestructura mastodóntica que pretende realizar el Ministerio de Transportes y que está siendo apoyada por el Gobierno asturiano y por el Ayuntamiento de Oviedo, y que creemos que no tiene ningún sentido», señaló la portavoz del Somos, «queremos que se vea que desde la sociedad civil hay una parte que está en contra de la Ronda Norte». Pero en los parques, en el prao, lo de la discusión sobre la infraestructura quedaba como muy lejos. La sociedad protectora de la Balesquida había lamentado en los días previos al Martes de Campo que su número de socios había menguado por culpa de la pandemia. Sobre este asunto, Canteli señaló que «debe de trabajar para aumentar» esa cifra, y subrayó que el Ayuntamiento de Oviedo ya le proporciona una «muy importante» ayuda, sin la cual «es posible que la sociedad no subsistiera». «Está el Campo San Francisco precioso, la gente está disfrutando, todo son felicitaciones, y quiero trasladar esas felicitaciones a todo el equipo de Balesquida que lo hace muy bien», señaló el alcalde, «Oviedo es fiesta, Oviedo es alegría». Las sensaciones las ratificaba el presidente de la sociedad protectora de la Balesquida, José Antonio Alonso.

El ambiente –con los parques a rebosar de gente– y el tiempo –soleado y caluroso– estaban siendo «espectaculares», reconocía. Pero el mal trago de haberse quedado cortos con los bollos no se lo quitaba nadie. En el prao, entre bocado y bocado al bollo o la empanada las preocupaciones eran otras. Más alejadas de la Ronda Norte. Aira de Blas, Aroa Fernández, Jeli Fernández y Estrella Díaz, forman parte de cuatro generaciones de la misma familia que no se suele perder un Martes de Campo. De hecho, acudieron fieles a su cita, vestidas con el traje regional y bien equipadas con el bollo de chorizo. Aira es la más pequeña de la familia y viste el traje que años atrás había usado su madre –Aroa Fernández– cuando era pequeña. A todos los vestidos les ha dado puntadas certeras la bisabuela, Estrella Díaz. A su cita con el Martes de Campo llevaron bollos, tortilla filetes empanados y, de postre, helados. «Para no pasar hambre», bromeaba una de ellas. También destacaban en el centro del paseo del Bombé un grupo que llevaba la misma camiseta verde y el mismo sombrero. Todo a juego. Son las nórdicas, las aficionadas a esta popular marcha y que en grupo recorren cada tarde las sendas verdes del municipio. Cuando se enteraron de que la sociedad de la Balesquida necesitaba engordar su número de socios –debido a las bajas que sufrieron durante la pandemia– no se lo pensaron dos veces y «se apuntaron al bollo», reconocen. No les faltaba detalle. En el campo San Francisco desplegaron una enorme mesa con el lema «nórdicas» en la que colocaron todo tipo de viandas. “Hoy las nórdicas estamos aquí en nuestra sede (el campo suele ser el punto de reunión inicial de sus caminatas) para compartir el bollo, algo que después de la pandemia es una bendición”, dice la presidenta Pilar Menéndez. A unos metros se reúnen Camino Álvarez, Marta Pines, Salomé Fernández, Gladis García, Silvia Menéndez, Aurora Ibáñez y Laura Villanustre. Todas forman parte del equipo del teléfono de la esperanza y es la primera vez que se juntan para comer el bollo. «Nuestra intención es la de ponernos como el Quico», bromea una de ellas antes de echarle el diente al bollín. Al lado, Ana Álvarez y su familia se acomodan para disfrutar de la comida con mantel y todo lujo de detalles. Llevan toda la vida acudiendo a la cita. Toda, menos durante la pandemia. Dos años de parón. “Tememos que se nos haya olvidado cómo celebrar el Martes de Campo”, dice Álvarez. No fue así. La tradicional fiesta volvió a sus raíces. Como antes.

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