Doce ensayos en la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Oviedo para portar el trono

Los miembros de la cofradía preparan su paso de Semana Santa: "La tradición se transmite de padres a hijos"

Lorena Landázuri

Lorena Landázuri

Devoción, entrega y sacrificio con sabor a tradición. Es el sentimiento que los miembros de la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Oviedo comparten y que alcanza su máxima expresión durante la Semana Santa. Una celebración que empieza a prepararse a conciencia.

La cita comienza a fraguarse por la tarde-noche y el lugar elegido es la iglesia de Santo Domingo. Sin embargo, el buen tiempo acompaña, ante la tregua de la lluvia, e invita a realizar el ensayo en la plaza homónima del templo. «Saldremos a la plaza para hacer los primeros movimientos con el trono para empezar a coger forma. Somos como un equipo de fútbol, hay que entrenar para hacerlo bien», indica Juan Fernández, miembro de la cofradía. El ensayo intenta simular el peso que en su día portarán los 30 braceros que participarán en la procesión. Para ello, se recurre a sacos de arena, con los que los costaleros van haciéndose a la media tonelada de la estructura. «Es un trono de cuatro varales con un peso considerable. Por eso la preparación es clave», añade Fernández.

Cada lunes, hasta el gran día del paso, los braceros se reunirán para ensayar con el objetivo de que todo salga perfecto. Un trabajo con arraigo que bebe de una tradición nacida hace 400 años. «Es la cofradía más antigua de Asturias y de Oviedo. Este año, además, celebramos nuestro cuarto centenario, por lo que es más especial si cabe», indica Fernández.

A lo largo de cuatro siglos, las cosas han cambiado mucho. Destaca el año previo a la pandemia, 2019, cuando se cumplieron 25 años de la nueva fase. «Tras el Concilio Vaticano II, hubo un parón en las cofradías de Oviedo y desaparecieron de la calle, quedando reducidas a los cultos de Semana Santa que se hacían en las iglesias».

Braceros, durante el ensayo de anoche. | Fernando Rodríguez

Braceros, durante el ensayo de anoche. | Fernando Rodríguez / L. Landázuri

Tras esta etapa, las procesiones volvieron a la calle. Precisamente, la cofradía de Jesús Nazareno de Oviedo, a través de Ángel Ronderos, uno de sus antiguos cofrades, inició la recuperación de la agrupación de la mano de otros cofrades. «Gracias a ellos, conseguimos sacar al Nazareno y, así, reiniciar el proceso. A partir de entonces, cada año fue incorporándose una cofradía más. Aunque somos los pioneros en sacar la Semana Santa a las calles de Oviedo, desde hace ya 28 años», cuenta orgulloso Fernández.

La tradición, que pasa de generación en generación, es vivida con fervor por los cerca de 350 cofrades que forman parte de la agrupación. «En la casa en la que hay un cofrade se suele continuar con la tradición. Pasa de padres a hijos, y de estos, a los nietos. En mi caso, de mí lo ha heredado mi hija, y de ella, mi nieto. Como yo, hay mucha gente, y aquí cada vez hay más tradición de cofradía. La prueba más clara es que en Oviedo ya hay seis agrupaciones que salen a la calle cada año y cada temporada tiene más auge y más acogida», cuenta el cofrade.

El relevo generacional es un aspecto que preocupa a las agrupaciones religiosas. La distancia con la que suelen ver las nuevas generaciones los cultos suele dificultar la sucesión. Algo a lo que se suman desde la Hermandad y Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Oviedo. «Hacemos una llamada para buscar gente joven. Los animamos a participar, tanto braceros como braceras».

Precisamente, sobre las mujeres que se involucran para portar el paso pone Fernández el foco. «Todo ha cambiado mucho y la cofradía se ha abierto a los nuevos tiempos. De los 30 braceros, puede haber seis chicas y cada año se incorpora alguna más. Es un buen síntoma y esperamos que llegue un momento en el que sea paritario. Puede venir todo el que quiera y, aunque acude gente joven, no es fácil a veces compaginar el ritmo o las horas de los ensayos con otras actividades», señala el cofrade.

Las horas algo intempestivas, sobre las 21.00 horas, hacen que a veces el interés de los posibles nuevos miembros decaiga. «Los ensayos se celebran fuera de la hora de culto, cuando la gente ha salido del trabajo, aunque también hay otros que entran a trabajar a esa hora y tampoco pueden asistir», apunta Fernández, quien confiesa que, a pesar de que hay relevo, «siempre llamamos a que se sumen más personas porque el futuro está en la gente joven».

Preparación a conciencia

Colocados en función de la estatura para que el equilibrio del paso esté asegurado, los braceros portan el trono al ritmo de los redobles de tambores y de las bandas que sirven de acompañamiento de los pasos. «El primer día, lo fundamental es marcar el paso con la música y, sobre todo, que se acostumbren al peso que tendrán que mover. Es un proceso más rápido porque el 80% de los braceros ya han participado antes y saben lo que tienen que hacer», dice el cofrade.

Preparar la salida del templo es otra de las operaciones que hay que trabajar con dedicación. Muchas veces, para completar este proceso con éxito hay que prescindir de los hombros y recurrir a las manos para que el paso pueda atravesar la puerta de la iglesia. «Ensayamos los giros, que varían de compás según se hagan hacia la izquierda o la derecha, y la coordinación, sobre todo coordinación. No es algo complicado en cuanto a instrucciones, pero sí cuesta acostumbrarse porque desde el año pasado nadie ensayó», añade el cofrade.

El miércoles Santo, la cofradía portará el paso de Jesús Nazareno por Oviedo durante cerca de cuatro horas; la plaza de la Constitución y la de la Catedral serán algunos de los espacios que visitarán los 30 braceros. «Aquí hay cuestas y eso lo complica todo más», indica Fernández. Un total de 12 ensayos posibilitarán que el paso cumpla su recorrido el miércoles 5 de abril, una fecha que la cofradía aguarda con emoción. «Al cuarto ensayo, los braceros ya desfilan como si estuvieran llevando el trono de verdad». concluye Fernández.

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