Los Jesuitas apartan de su colegio de Oviedo a un cura por abusos en Mallorca

El sacerdote, de 75 años, y otros dos religiosos están denunciados por aprovecharse de una mujer con una discapacidad desde que era menor

Fachada de la iglesia del colegio Montesión, de Mallorca, donde tuvieron lugar algunos de los supuestos abusos.

Fachada de la iglesia del colegio Montesión, de Mallorca, donde tuvieron lugar algunos de los supuestos abusos. / B. Ramón

A. Rodríguez de Paz / L. Blanco

Un sacerdote jesuita fue apartado cautelarmente en 2021 de su labor pastoral cuando estaba destinado en el colegio San Ignacio, de Oviedo, tras ser denunciado por abusar sexualmente de una mujer en Mallorca. Los supuestos abusos comenzaron cuando la víctima tenía 15 años y se habrían alargado durante más de tres décadas. La denunciante sufre una discapacidad reconocida del 68%.

Los hechos fueron puestos en conocimiento de un tribunal eclesiástico e implicaban tanto al religioso destinado en Oviedo, F. M. R., como a otros dos presbíteros afincados en otras partes de país: L. A. S., un segundo sacerdote jesuita, y J. C., un cura diocesano. Según la víctima, de unos 50 años en la actualidad, los tres religiosos aprovecharon el trastorno límite de personalidad que sufre, provocado por los abusos sexuales de los que también fue objeto presuntamente en su infancia por parte de su padre. Los tres clérigos eran conocedores de estos antecedentes. De hecho, la denunciante, una niña entonces, habría acudido a F. M. R. en busca de ayuda. Los abusos por parte de los tres curas se habrían producido entre 1985 y 2021 en distinto grado, causándole gravísimas secuelas psicológicas, para las que necesita continua atención terapéutica.

El caso ha sido desvelado recientemente por el "Diario de Mallorca", perteneciente a Prensa Ibérica, grupo que edita LA NUEVA ESPAÑA, pero no fue hasta este miércoles cuando los acontecimientos corrieron como la pólvora por la comunidad educativa del centro ovetense. Desde la Compañía de Jesús en Asturias confirmaron que el sacerdote fue apartado en junio de 2021 y que se encuentra recluido en un centro de otra parte de España, especial para estos casos. Asimismo, descartan que existan demandas por hechos similares durante su desempeño en el centro educativo asturiano. 

Los Jesuitas de Baleares ya emitieron este domingo un comunicado en el que piden perdón. Un responsable de la Compañía reconoció «el grave sufrimiento personal y psíquico ocasionado» a la víctima de los abusos y censuró que los dos miembros de la orden religiosa se aprovechasen de «una persona vulnerable». Explicó asimismo que han sido apartados de sus labores, aunque no expulsados.

La denuncia ante la autoridad eclesiástica llegó en abril de 2021. Fue entonces cuando tanto la Compañía de Jesús como la Iglesia abrieron expediente a los acusados. Dos meses más tarde, el sacerdote destinado en Oviedo desapareció del centro educativo. La versión oficial era que lo habían trasladado a un nuevo destino. Sin embargo, tanto él como el otro sacerdote jesuita señalado habían sido apartados cautelarmente por un procedimiento que recientemente la víctima ha llevado también por la vía penal.

La denuncia contra el sacerdote

F. M. R estuvo destinado en Oviedo desde 2016 hasta ser apartado de sus funciones hace dos años. Ahora es señalado por la víctima como el primer religioso que abusó de ella. Según el relato de la mujer, en 1985 conoció al citado jesuita, que se ganó su confianza. Por aquel entonces tenía 15 años y empezó a salir con un chico que estudiaba en el Colegio Montesión, en Palma. El centro disponía de un lugar de formación juvenil cristiano, llamado Congregación Mariana, al cual la menor acudía todas las semanas. Allí coincidió con F.M.R, quien participaba en varias actividades, entre ellas el coro.

Al entablar confianza, la adolescente compartió con el sacerdote los abusos sexuales de los que presuntamente era objeto por parte de su progenitor. Lejos de ayudarla, el capellán habría incurrido en los mismos hechos.

"Una de las cosas que más me incomodaba era su forma de relacionarse con excesiva ternura, abrazos, dos besos… Viniendo de un cura se me hacía muy extraño", detalla la mujer en sus denuncias ante la Iglesia. Cuando su novio se marchó a estudiar fuera de la isla, el jesuita empezó a estar más pendiente de ella y a llevarla con el coche a casa. "Durante el camino ocurrían hechos que me causaban un dolor emocional enorme", asevera.

Según el testimonio, F.M.R insistió en quedar con ella y dar paseos por Palma de Mallorca, donde presuntamente se sobrepasaba sexualmente a pesar de que intentaba frenarlo. "Yo intentaba subir el cuello y la bufanda para poner barreras físicas, pero él las quitaba". Los abusos habrían ido a más hasta, siempre según la denuncia, llegar a violarla en el despacho que tenía en el colegio mallorquín de los Jesuitas. "Su olor a sudor, sus continuas gotas que caían de su cara, son imágenes que aún recuerdo con claridad", relata.

Pero una de las peores experiencias la sufrió en un campamento en Las Hurdes (Extremadura), donde la denunciante asegura que el propio jesuita le obligó a dormir en su habitación para protegerla. "Las noches fueron psiquiátricamente lo más duro. Puerta cerrada con llave y a morir abusada de arriba abajo", narra.

El contacto se alargó durante décadas

A pesar de que posteriormente F.M. R. abandonó la isla, continuó hasta el 2021 enviándole mensajes de WhatsApp para que le remitiese fotografías desnuda. En el segundo caso, en 1988 la denunciante cuenta que conoció a L.A.S., que había llegado a Montesión para reemplazar a F.M.R. Rápidamente entablaron amistad, ya que la mujer coincidía todas las semanas con él en la Congregación Mariana. La denunciante explica que L.A.S. le dio la llave de su despacho en Son Moix, el mismo que empleaba su anterior abusador. El cura habría aprovechado el momento de baja autoestima y sus problemas familiares para sobrepasar los límites. "Cuando descansábamos en el sofá un día empezó a besarme en la mejilla, en la boca y con la lengua… Era muy agobiante", afirma.

A partir del año 1994, cuando la denunciante contaba con 24 años, también sufrió supuestamente abusos sexuales por parte de J.C., un sacerdote mallorquín diocesano. En este caso, la víctima le conocía desde muy pequeña ya que el capellán mantenía una relación de amistad estrecha con su familia.

Suscríbete para seguir leyendo