Entrevista | José García-Inés Presidente de la Cocina Económica de Oviedo

"La Cocina Económica es el termómetro que marca la situación social de la ciudad"

"La campaña navideña está siendo un éxito, la gente siempre se acuerda más de nosotros en estas fechas; nos han llenado la despensa"

José García-Inés, en el comedor de la Cocina Económica de Oviedo. | Luisma Murias

José García-Inés, en el comedor de la Cocina Económica de Oviedo. | Luisma Murias / Víctor Delgado

José García-Inés (Oviedo, 67 años) compagina su trabajo como abogado con la presidencia de la Cocina Económica, una de las instituciones con más solera y más queridas dentro de la sociedad ovetense. Cumple una década al frente de ella y hace balance de la situación actual con LA NUEVA ESPAÑA, en plena campaña navideña, el momento del año en el que la ciudad se vuelca más con ellos.

–¿Qué balance hacen de esta campaña navideña?

–Está siendo un éxito rotundo. Las Navidades siempre son tremendas. La Cocina Económica vive de las donaciones y son unas fechas en las que la gente siempre se acuerda más de nosotros, aunque ya lo hacen durante el resto del año. Aún no tenemos cifras, pero es increíble cómo nos han llenado la despensa estos días.

–¿Qué sensaciones le trae esta época en un lugar como la Cocina Económica?

–Las monjas, los voluntarios y las personas que trabajan aquí hacen que sean unas fechas muy agradables para todos los que vienen a comer. Se pretende que sea la casa de todos y creo que se consigue. Dentro de la situación complicada que viven, los usuarios están muy a gusto con el cariño recibido.

–Se ven grandes colas a la hora de comer y de cenar. ¿El número de usuarios sigue al alza?

–Sí, no para de subir. Hay muchos días que a la hora del almuerzo superamos las 200 personas. Hay mucha necesidad y se nota que hay mucho paro. Aquí se mueve gran cantidad de alimentos. Los martes y jueves damos comida para llevar a 90 familias semanalmente. La gente llega con hambre y luego es muy agradecida con nosotros.

–¿Cuáles son sus principales dificultades?

–Aquí nos dedicamos a darles de comer, pero este último año hemos incorporado la figura de la trabajadora social para que nuestra ayuda vaya más allá de un trozo de pan. Muchos están muy perdidos y les ayuda a hacerse un currículum, a acceder a buscar ofertas de trabajo o a acceder a los salarios sociales. Está haciendo una labor buenísima.

–¿Y los perfiles que más se repiten en el comedor?

–La mayoría de personas que vienen a comer, en torno a un 65%, son inmigrantes. También ha crecido mucho el número de mujeres, que ya está en torno al 35% y antes era un porcentaje casi residual. La situación ha cambiado bastante en los últimos tres años.

–¿A qué se deben estos cambios en los perfiles?

–A la situación económica y social. No hay mejor termómetro que la Cocina Económica para comprobar cómo está la economía de la ciudad y del país. Por ejemplo, con la crisis del 2008 muchos inmigrantes se fueron de la ciudad y venía a comer sobre todo gente local. Ahora, vuelve a venir más gente de fuera.

¿Ser inmigrante es una dificultad añadida para salir adelante?

–Para comer aquí no supone ningún problema, pero es evidente que cuando aterrizan en Oviedo, sobre todo si es su primer destino, vienen con muchas necesidades. Por lo menos saben que aquí no les va a faltar nunca un plato.

– Este año se han hecho recuentos de personas sin hogar, jornadas de voluntariado… ¿Siente que está organizada la caridad en Oviedo?

–Oviedo es una ciudad generosa y muy colaboradora. Por suerte, en esta ciudad, no hay nadie que se pueda quedar sin comer. Hay instituciones para desayunos. Nosotros damos comida y cena. Tenemos un programa de colaboración con el Ayuntamiento y luego las instituciones privadas siempre se acuerdan de nosotros, ya sea con alimentos o con dinero. Se ha visto estos días.

–¿Echa de menos algo en la Cocina Económica?

–Esta casa cada vez requiere una mayor profesionalización, pero funciona muy bien. Todo está organizado gracias a las Hijas de la Caridad. Además, hay un importante equipo de trabajadores y los voluntarios, que establecen turnos de trabajo. Sin los voluntarios sería imposible que esto funcionase y en este aspecto vamos muy bien. Mucha gente viene a ayudar.

"El número de usuarios sigue al alza. Se nota que hay necesidad, sobre todo entre los inmigrantes"

–Distintos estudios sobre el voluntariado apuntan a que faltan jóvenes. ¿Cómo está la situación en la Cocina?

–No tenemos queja. Los jóvenes arriman el hombro como el que más. Cuando llegó la pandemia tuvimos que restringir quién venía a ayudarnos y cogíamos a los jóvenes porque eran menos vulnerables. Muchos de ellos siguen viniendo y afortunadamente ya pueden venir los adultos también. El otro día vino la Cofradía de los Estudiantes con un montón de carros de comida. La juventud ovetense está muy implicada.

–¿Cómo ha ido el cambio de Sor Fernanda a Sor Carmen al frente del comedor social?

–Las Hijas de la Caridad van rotando en función de lo que diga la congregación y ya estamos acostumbrados a estos cambios. No ha influido mucho. Esté quién esté, tiene que estar al pie del cañón y Sor Carmen lo hace. Aquí se da de comer los 365 días del año. No hay tregua.

–¿Hay gente que abusa del servicio?

–Como en todos lados, siempre hay alguien que se aprovecha. Pero las monjas y las trabajadoras tienen buen ojo para detectarlo y se les avisa de ello. Aquí no hay límite salarial, las necesidades de cada familia son diferentes. El Ayuntamiento está más encima de estas cosas, pero aquí no somos tan rígidos. No se le niega un trozo de pan a nadie.

–Ante el aumento de usuarios, ¿teme que les falte comida?

–Mi teoría es que aquí tenemos un ángel de la guarda, que hace el milagro todos los días. Nunca le dijimos a nadie que no hay comida. Cuando parece que ese momento va a llegar, siempre aparece una nueva donación. Tenemos mucha suerte.

–¿Qué retos se marca para este año que entra?

–Nuestro reto es el día a día. Nos gustaría que no hubiera Cocina Económica o que cada vez viniese más gente pero desgraciadamente tenemos que cubrir ese hueco que la sociedad no puede satisfacer. Y seguiremos echando horas haciéndolo porque nos llena.

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