Entrevista | Elsa Suárez Directora de Cáritas Diocesana

"Cada vez más gente viene a pedirnos ayuda sin pasar antes por Servicios Sociales"

"Las subidas en los alquileres y los suministros están provocando que haya más trabajadores pobres, especialmente mujeres e inmigrantes"

Elsa Suárez, en la nueva sede de Cáritas Diocesana, en la calle San Isidoro. | Miki López

Elsa Suárez, en la nueva sede de Cáritas Diocesana, en la calle San Isidoro. | Miki López / Lucas Blanco

Elsa Suárez Álvarez-Cascos acaba de cumplir 65 años. Está jubilada, pero en su agenda apenas hay huecos libres. La directora de Cáritas Diocesana desde el verano de 2022 –cargo con "cero" remuneración, recuerda– nos recibe desde su nuevo despacho con vistas a la Catedral de la calle San Isidoro, a donde a principio de mes se trasladaron las anteriores dependencias centrales de la ONG desde su antigua sede de la calle González del Valle. Suárez es luarquesa, aunque lleva muchos años viviendo en Oviedo. Es prima segunda del expresidente del Principado, Francisco Álvarez-Cascos y se confiesa "amante acérrima" del occidente asturiano. Licenciada en Químicas, trabajó durante más de dos décadas en la empresa gijonesa Crady. En 2018 se incorporó como voluntaria a Cáritas, pasando posteriormente a coordinar la actividad de la entidad en el arciprestazgo de Oviedo, antes de asumir la dirección diocesana el año pasado.

–¿Cómo es su día a día en Cáritas Diocesana?

Vengo a diario y todo el tiempo que dedico es poco. De lunes a viernes suelo estar por aquí de diez de la mañana a dos y media de la tarde. A eso se suman reuniones vespertinas algunas jornadas y visitas a los muchos centros y delegaciones que tenemos repartidos desde Llanes a Vegadeo o incluso más allá.

–¿Por qué decide incorporarse a Cáritas?

–Siempre fui muy creyente. Creo que todo lo que tengo lo recibí de Dios. Como me vino gratis, tengo que entregarlo de la misma manera. Si hace años me dicen que iba a dar el salto de las ciencias a lo social no me lo creería. Aunque no hay tanta diferencia. En el laboratorio coordiné durante años equipos como hago ahora.

–¿Qué función desempeña Cáritas Diocesana?

Atendemos a todas las Cáritas de Asturias. Coordinamos 38 proyectos de siete programas de apoyo y ayuda. Desde personas sin hogar, hasta talleres en centros penitenciarios, apoyo a familias con menores, o incluso programas de inserción para inmigrantes sin papeles. Tenemos además 27 pisos donde alojamos a 110 personas a las que acompañamos, además de centros como el albergue Cano Mata o los que hay en Gijón y Avilés. Nuestro papel es recoger las peticiones e informes de las parroquias y derivar a estos servicios a quienes los precisen.

–¿Cuánta gente se beneficia de estos proyectos?

–A día de hoy atendemos a 5.000 personas. Muchos son cabeza de familia, por lo que los beneficiarios de los proyectos son mucha más gente. En Cáritas hacemos mucho más que dar comida o ropa. Nuestro papel es subsidiario de los Servicios Sociales. Tratamos de llegar donde no llega la administración. El objetivo final es ayudar a que la gente pueda tener su propia vida. A que salgan del pozo y hagan su propio camino.

–El abanico de problemáticas sociales que abordan es muy amplio, ¿sigue creciendo?

Donde hay un problema tratamos de ayudar. Recientemente hemos puesto en marcha iniciativas como el programa de inserción laboral en la hostelería de 14 inmigrantes, aprovechando un resquicio de la Ley de Extranjería para su regularización. También hemos puesto en marcha el programa "cuatro grados" contra la pobreza energética. Hay gente que apaga la calefacción porque el alquiler y los suministros se llevan toda su renta. Con este plan garantizamos que las familias no pasen frío en invierno mediante ayudas energéticas concretas.

–¿Ha aumentado el número de usuarios de Cáritas?

Muchísimo. A la subida de los alquileres y los suministros hay que añadir la precariedad laboral. Notamos una gran cantidad de trabajadores pobres, muchos son mujeres e inmigrantes ilegales. Cada vez vienen más a Cáritas sin pasar antes por los Servicios Sociales. Hay un nivel de pobreza importante que tratamos de paliar.

–¿Dan abasto a tantas peticiones?

–Gestionamos para ofrecer la máxima cobertura. Eso es posible gracias a nuestra red de 83 trabajadores y 1.400 voluntarios, aunque también es cierto que en pandemia recibimos un duro golpe. Muchos voluntarios mayores cogieron miedo al virus y lo dejaron. Ahora lanzamos una campaña para renovar el voluntariado, pues es nuestra mayor fuerza.

–¿Qué presupuesto manejan para dar cobertura a todas estas demandas?

–Andamos por los cinco millones de euros al año. Es posible gracias a convenios con ayuntamientos y otras administraciones, así como las donaciones de nuestros socios y las colectas mensuales en parroquias. Estamos orgullosísimos y podemos decir que Asturias es muy solidaria cuando tiene que serlo. En crisis concretas como la de Ucrania o la de Siria la gente se vuelca. Es una gran satisfacción. También tenemos importantes ingresos en forma de herencias. Este año bajaron algo, pero son frecuentes. Se puede ayudar a mucha gente después de fallecido si no tienes a quien dejar tus bienes.

–¿Da muchas satisfacciones su cargo?

–El otro día hubo una exposición de nuestra labor en la parroquia de Nuestra Señora de Covadonga, en Teatinos Fue abierto al público y, estado allí, se me acercó una cara conocida. Me dijo: "muchas gracias. No sabes lo que es estar más abajo del suelo, hundido, cuando nunca estuve así, hasta que entré en Cáritas y salí como una persona distinta". El mero hecho de escuchar un testimonio así ya emociona y reconforta

–¿Están cómodos en la nueva sede del Antiguo?

–Es un cambio agradable. En la anterior sede de las Hermanas Esclavas estábamos muy bien, pero hacía tiempo que decidimos venir al Antiguo para estar más cerca de las dependencias del Arzobispado y ahorrarnos el alquiler. Lo cierto es que en San Isidoro estamos muy bien. El edificio es muy funcional, accesible y eficiente. Además, estamos junto a la Catedral de Oviedo. No podemos pedir más.

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