Igor Levit, técnica, talento y emoción al piano, en una noche que se cerró con el "Asturias, patria querida" y puso en pie al Auditorio

La orquesta NDR Elbphilharmonie alemana, sobresaliente, completa en una gran velada musical, uno los momentos más intensos de la temporada

VÍDEO: Una orquesta alemana pone en pie al público con su interpretación del "Asturias, patria querida"

LNE

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

Rendidos a una actuación estelar de la NDR Elbphilharmonie, los melómanos ovetenses envolvían anoche en una cerrada y larga ovación a la orquesta alemana, cuando aún no sabían que iban a vivir uno los momentos más intensos de la temporada en el Auditorio. Finalizado el programa, el titular de la agrupación de Hamburgo, Alan Gilbert, empuñó la batuta para interpretar una hermosa versión del "Asturias, patria querida", cuyo arreglo corresponde a Simone Candotto, trombonista de la propia orquesta. Conforme la pieza cobraba intensidad y ganaba en emoción, iría levantando de sus butacas a todos los asistentes hasta culminar con el Auditorio completamente en pie y con más de uno con la vista nublada por el llanto. Fue un instante inolvidable, de los que erizan el vello y justifican la entrada.

Igor Levit, al piano, en un intenso momento de su interpretación, con la orquesta al fondo; en la foto pequeña, público asistente. |  Luisma Murias

Igor Levit, al piano, en un intenso momento de su interpretación, con la orquesta al fondo. / Luisma Murias

Las "Jornadas de Piano Luis G. Iberni", organizadas por la Fundación Municipal de Cultura, con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA, superaron anoche el ecuador de su programación de mano del pianista alemán de origen ruso, Igor Levit. El solista, de gira con la orquesta germana, con Madrid y Oviedo como únicas paradas españolas, mostró todo su talento en el "Concierto para piano y orquesta número 3" de Béla Bartók. A lo largo de sus tres movimientos, Levit evidenció una pulsación aseada (de expresiva delicadeza en el "Adagio religioso"), algo que contribuyó a generar una atmósfera intimista muy sutil.

El virtuoso encontró correspondencia en la orquesta, plegada a la batuta de Gilbert, compacta pero siempre cálida para arropar al pianista. Hasta cuatro veces saldría Levit a recibir el reconocimiento del público, donde había una nutrida representación de socios de la Sociedad Filarmónica de Bilbao. La propina se hizo esperar pero terminó materializándose en uno de los "Momentos musicales" de Schubert.

Técnica, talento y emoción en el piano de Levit

Público asistente. / Luisma Murias

La segunda mitad estaba formada, íntegramente, por la "Sinfonía número 1 en do menor" de Brahms, repertorio en el que la NDR Elbphilharmonie es referente. Aquí emergió la maestría de Alan Gilbert, extrayendo de la orquesta una sonoridad atractiva y compacta, desde una cuerda tersa y brillante hasta unos metales poderosos y unas maderas siempre dulces y cálidas. Gilbert, manejó con mucha pericia el volumen de la formación, desplegando un juego de gradaciones dinámicas que convencieron al público y desataron algunos "¡Bravo!", en una velada de algo más de hora y media que redondearía la histórica propina.