Claverol: «El azabache extraído en Asturias está considerado el mejor del mundo»

El geólogo, coautor de un libro sobre el material, afirma que los hidrocarburos concedieron a la variedad regional «cualidades extraordinarias»

Por la izquierda, Tomás Emilio Díaz, Ramón Rodríguez, Manuel Gutiérrez Claverol y Pablo León.

Por la izquierda, Tomás Emilio Díaz, Ramón Rodríguez, Manuel Gutiérrez Claverol y Pablo León. / Irma Collín

En Asturias hay tesoros de los que los propios asturianos no son conscientes. Y los tesoros, como el azabache, suelen estar enterrados bajo tierra. «El azabache extraído en Asturias está considerado el mejor del mundo», afirmó el doctor en Geología y colaborador de LA NUEVA ESPAÑA Manuel Gutiérrez Claverol en la presentación de un libro sobre el material, «La minería del azabache en Asturias», del que es coautor junto a a su colega de profesión, Carlos Luque, presente entre el público. En el acto, celebrado en Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), Claverol dio la clave de las «cualidades extraordinarias» que ostenta el material que se extrae en Asturias: el petróleo y los hidrocarburos que se filtraron en cierto momento del proceso de formación de la variedad astur.

«Desde Cultura tuvimos claro el apostar por este proyecto que respaldan tantos años de trabajo», afirmó el director general de Patrimonio Cultural del Principado en los primeros compases de la conferencia. Desde su área se financió el libro, que aparece en un contexto en el que el mineraloide tiene el rango de Bien de Interés Cultural de Carácter Inmaterial. El director del RIDEA, Ramón Rodríguez, estimó que se trata de una obra «singular» y agradeció el esfuerzo e interés del Principado en impulsar la obra. Por su parte, el botánico Tomás Emilio Díaz definió el libro como una obra «cumbre» para el conocimiento y «reconocimiento» del azabache regional. Espera ver abierta alguna mina próximamente para que «sea sustento» de los azabacheros de la actualidad.

En la obra, Claverol y Luque se centran, fundamentalmente, en los denuncios mineros –acto de poner en conocimiento de la autoridad la existencia de un yacimiento para obtener su explotación– de Asturias y el tipo de minería que existió. «Encontramos más de 300 referencias de denuncios en el Archivo Histórico de Asturias», concretó, sobre un fichero que definió como «una fuente brutal de conocimiento».

La primera que aparece es de 1866. Fue en Ribadesella y el filón se llamaba «Cleopatra». «Un nombre de reina», bromeó. La segunda en Villaverde, en zona plenamente azabachera: el municipio de Villaviciosa, donde prácticamente todas las parroquias tienen restos del periodo Jurásico y del mineraloide. «También Quintes, Argüero y, sobre todo, Oles son los sitios donde más minas se explotaron en Asturias». Aquí se pueden encontrar las vetas con ese azabache «extraordinario» del que habla Claverol. «Tiene un brillo, un aspecto imponente. El de otros sitios se desmorona, pero el asturiano persiste durante siglos». El único comparable es el de Whitby, Inglaterra.

Las piezas de azabache manufacturado más antiguas halladas en Asturias se encontraron en Las Caldas de Priorio. «Datan de 19.000 años antes de Cristo», informó, «según los análisis del carbono 14». Se trata de unas cuentas, como las que se descubrieron en Gijón, en Monte Areo. También hubo azabache en la cueva de Tito Bustillo, al final del Neolítico.

Históricamente el material se ha visto muy ligado al Camino de Santiago. «El azabache de Asturias se mandaba para allá, donde lo trabajaban los artesanos», precisó Claverol. La exportación a tierras gallegas hizo que los objetos fabricados con la variedad asturiana se hayan dispersado por todas partes de Europa y del mundo al comprarlos los peregrinos. Piezas como la higa –el puño cerrado con el pulgar entre el índice y el corazón– o la venera –la concha del peregrino– están presenten en numerosos museos extranjeros. «Es rara la exposición en la que no haya algún resto fabricado con azabache asturiano».

Suscríbete para seguir leyendo