Entrevista | Lolita Cantante y actriz, protagoniza «Poncia», el próximo domingo, en el teatro Campoamor

"‘Poncia’ no es una herencia; actúo yo, y cualquier parecido con Lola Flores es por ser mi madre"

"Ir a los teatros importantes, como el Campoamor, es una ilusión y una responsabilidad; llego de buen rollo, con una obra que merece la pena"

Lolita Flores.

Lolita Flores. / RTVE

Lolita Flores (Madrid, 1958) lleva casi dos décadas pisando los escenarios de los mejores teatros de España y Latinoamérica y ya es una actriz consagrada en todos los géneros. Aunque le gusta la comedia, ahora le toca girar y disfrutar con un dramón: "Poncia", de la compañía Pentación Espectáculos, con la que llega a Oviedo. El texto, escrito por Luis Luque, es un monólogo que protagoniza la criada de la familia de "La casa de Bernarda Alba", de Federico García Lorca. El próximo domingo, día 10 (19.00 horas), el teatro Campoamor guardará silencio para escuchar a Poncia. Y a Lolita.

–Cuente, quién es "Poncia".

–Es una mujer que describió muy bien Federico García Lorca en "La casa de Bernarda Alba". Luis Luque (el director) ha hecho un "spin-off". No solo se dicen cosas de esa obra, sino de otros poemas de Lorca, como "Doña Rosita la soltera", por ejemplo. Es una mujer que se echa a sí misma la culpa por no haber puesto cuatro mil bengalas amarillas para que no pasara lo que ocurrió en esa casa.

–Se fustiga a sí misma.

–Un poco a ella y otro poco a Bernarda. Hay que tener en cuenta que en ese hogar llevaban ocho años encerradas por la muerte del marido de Bernarda.

–¿Cómo surge su participación en la obra?

–Con Luis Luque ya hice "Fedra" y tenemos una gran amistad. Vio un vídeo de mi madre hace años en "La clave", de TVE, donde decía que le habían ofrecido hacer de Poncia en "La casa de Bernarda Alba". A Luis se le encendió la bombilla y me dijo: "Mira, Bernarda Alba no, ¿pero Poncia?". Y le dije que p’alante. Lleva tres años trabajando el texto y se ha mimetizado con las cosas de Federico.

–¿Es un poco un papel heredado, pues?

–No, mi madre no llegó a hacerla. Más que herencia fue que Luis tuvo la idea para hacer algo conmigo. La que está en el escenario soy yo, Lolita Flores, y cualquier parecido con Lola Flores es porque es mi madre.

–¿Le genera emoción?

–No, lo que me emociona es lo que digo. Porque los textos de Federico y de Luis son maravillosos. Me emociona la historia de una muchacha muy joven que se ahorca. Que estuvieran encerradas y que no pudieran hacer nada. Esas cuatro hijas, "hermanas tentadas a devorarse unas a las otras".

–Es un monólogo, ¿intimida?

–Estuve dos años con "La plaza del Diamante", que era hora y media sola, sentada en un banco. Estoy sola y es más complicado porque nadie te da los pies. Te los dan la música, las acciones y tu palabra. Una vez sales al ruedo, vas con todo, a entregar el corazón y el alma. Y a poner los cinco sentidos en lo que estás haciendo. Me gusta el teatro, lo que hago, y la vida te va regalando cosas. A mí me ha regalado este papel maravilloso. Lo disfruto muchísimo.

He estado en Asturias con todas mis obras y siempre me han respondido con mucho cariño, mucho amor y mucha energía

–Es de las que se crecen ante el público.

–Por supuesto. Ante las adversidades. Puedo estar muerta de cansancio en un camerino, dolerme la espalda, pero en el momento de pisar el escenario hay amor y ganas.

–Esta obra es un "dramón". También ha hecho comedia. ¿Qué registro prefiere?

–Yo, todo. Cuando me canso de hacer drama el cuerpo me pide comedia, y al revés. Un poco lo que me pida el cuerpo.

–¿Cómo está yendo la gira?

–Pues qué puedo decir, con las localidades agotadas en muchísimos sitios. Eso para una actriz es un regalo, tener el teatro lleno.

–¿Qué tal sus visitas a Oviedo?

–He venido con todas mis obras, yo creo; si no a Oviedo, sí a Avilés o Gijón, vamos, a Asturias. En Oviedo siempre me han respondido con mucho cariño, mucho amor, mucha energía y muy buen rollo. Voy con ese buen rollo e ilusión a presentarles una obra que merece la pena.

–¿Una plaza como el teatro Campoamor da respeto?

–Todos los teatros tienen algo. En el auditorio de Coslada hice el otro día una de mis mejores funciones, y llevo más de sesenta. Y era Coslada, no un teatro como el Campoamor, el Cervantes o el Arriaga. Cuando sales al escenario no te das cuenta de en dónde estás, haces lo que tienes que hacer, entregas lo que entregas; aunque sales vestida, sales desnuda y entregas tu corazón. Luego te das cuenta de en qué teatro estabas y en los aplausos vuelvo a ser Lolita. Ir a los teatros importantes del país, como el Campoamor, es una ilusión y una responsabilidad, pero en los pequeños lo das todo igual, la gente ha pagado una entrada.

–¿Qué tuvo de especial Coslada?

–No lo sé, el teatro está vivo, estás en directo y depende de la energía de la gente, el silencio, que no suenen los teléfonos, que no haya demasiadas toses. Las energías. Salir al escenario es un intercambio de energías, y hay días que estás mejor y otros peor, o diferente. Es lo bonito del teatro.

–¿Con qué se queda de "Poncia"?

–Con todo. Hasta con la falda que lleva al principio, que pesa casi cuatro kilos. Me quedo con su mirada, su aspecto, su palabra, su rabia, su dolor, su culpa, su amor, su ternura. Todo eso lo tiene Poncia.

Suscríbete para seguir leyendo