El ovetense Ángel García-Tetuá, un opositor "de primera", con la mejor nota de España

El joven, de 27 años, consiguió hace unos días el hito de lograr el puesto número uno en la convocatoria de plazas de secretario-interventor

Ángel García-Tetuá.

Ángel García-Tetuá. / Irma Collín

Quién le iba a decir a Ángel García-Tetuá hace diez años, cuando vio la película «Justicia para todos», la que le inspiró a estudiar Derecho, que iba a salir en el periódico por ser una bestia del estudio. «Mira que en una de estas te sacan en LA NUEVA ESPAÑA», había bromeado su padre hace tiempo, cuenta. Y el chascarrillo se cumplió. El joven, de 27 años, consiguió hace unos días el hito de lograr la mejor nota de España, y con ello el puesto número uno, en la convocatoria de plazas de secretario-interventor. En Oviedo hay un opositor «de primera».

Desde que el film, en el que Al Pacino interpreta a un neurótico abogado, traspasó las retinas del joven, vecino de Olivares y estudiante del San Ignacio por aquella época, el gusanillo de las leyes y los letrados se le metió en el cuerpo. Aunque algo también trae en los genes, sus padres pertenecen al gremio: él, abogado; ella, procuradora. Pero el sector privado no le convencía. Hizo prácticas en la carrera, en 3.º durante su Erasmus en Liverpool y en 4.º en Oviedo. Ahí fue, bien rápido, antes de terminar la universidad, cuando decidió empezar a opositar directamente. Estaba entre juez y «habilitado», es decir, secretario, interventor o tesorero. «Juez es muy guapo, pero muy estresante y de habilitados me gustaba la relación con la política», afirma García-Tetuá.

Ahora ya tiene su plaza segura, pero no ha sido un camino de rosas. Le ha llevado cinco años con sus altos y sus bajos. «Todo han sido vaivenes». Aunque sea un opositor «de primera», no ha sacado la mejor nota, ni aprobado, «a la primera»; lo ha hecho a la tercera. Eso sí, desde el principio tuvo unos resultados excepcionales. En 2020 alcanzó el último y tercer examen del proceso cuando, por solo llevar un año y medio de estudio, no daban un duro por él. «Mi preparador me dijo mira, vas a Madrid y así ves un poco como es el examen». El chico volvió y dijo, «me salió bien». Pasó el corte. El profesor le anunció que «ya vería» en el oral, donde entraban unos 140 temas de los que tenía que «cantar» tres, a diez minutos cada uno. Y «vini, vidi, vici». Todo el mundo le decía que era «un milagro». En la tercera prueba, el práctico de las áreas administrativa y económica, ya no tuvo tanta fortuna. Llegó hasta ahí y suspendió en dos convocatorias. «Me planteé dejarlo, fueron dos grandes fracasos». Para su suerte no lo hizo y lo intentó en una tercera tentativa, que fue la vencida y superó las tres pruebas.

Suspender las oposiciones, pero aprobar dos exámenes también tuvo su parte buena. Entró en una bolsa de interinos que le ha hecho trabajar, a intervalos, y ganar experiencia en el «terreno de juego». A la postre ha sido decisiva a la hora de sacar la mejor nota de España. «La práctica lo es todo, te das cuenta de que lo que has estudiado está muy bien, pero luego está la realidad municipal». Estuvo seis meses en Muros del Nalón y en la Mancomunidad de las Cinco Villas (que ahora son solo tres concejos: Muros, Pravia y Soto del Barco), como secretario. Luego fue técnico en Gozón y secretario-interventor en Yernes y Tameza y en la dirección general de la Administración Local del Principado. «Aprendí un montón, fue increíble». La rutina fue dura, al compaginar la jornada laboral con 7 horas de estudio los días volaban y cree que aguantó por la «ilusión».

El estrés también ha sido otra constante sobre la que el exopositor pone el ojo. Al principio lo llevaba «muy mal» y cree que por eso se quedó por el camino en la segunda ocasión. «Es algo muy complicado y que no lo hablamos demasiado, porque tienes que mostrarte fuerte, cómo que ‘controlas’». Ejemplo es lo que vivió en el oral de la última convocatoria. La chica que le precedía en el turno no soportó la presión y colapsó ante los examinadores. Empezó a contarle al tribunal que la había dejado el novio, a llorar y a desahogarse, dando salida a lo todo malo que le había pasado últimamente. «La gente no entiende las oposiciones, solo sabe que estudias mucho», dice. El pensamiento de «fallar» y no tener otra oportunidad hasta dentro de un par de años también es habitual, según explica. Por eso opina que el entorno social y familiar es primordial y asegura ser un «afortunado» al tener una familia, amistades y una novia «maravillosas».

El futuro inmediato que se le presenta es un curso de preparación de seis meses. Tres son una formación online y los restantes hará prácticas en un ayuntamiento de la comunidad autónoma. Lo tiene decidido: en Caravia. Superados ambos requisitos podrá escoger su primer destino como secretario-interventor en toda España, excepto en País Vasco y Navarra. Allí pasará dos años y luego Dios dirá. Aún no tiene claro dónde.

Ante la eterna pregunta que se le hace a los jóvenes «¿Te quedarás en Asturias?», aún no tiene respuesta. Guarda la esperanza de que haya buenas plazas y poder hacerlo, pero si no se irá fuera, a algún ayuntamiento «con nivel» y «buen complemento específico». «Puede haber diferencias de mil y pico euros», detalla. ¿Otro talento asturiano víctima del éxodo de la juventud? Está por ver, pero si no hay más remedio que irse fuera sí que le gustaría «acabar en Asturias». ¡A quién no!

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