Emotivo último adiós en Oviedo para Carmen Villalvilla, "una referencia dentro y fuera de las aulas"

"Deja un legado de valores muy importante", dice el párroco Juan José Tuñón, que ofició el funeral por la histórica directora del Dolores Medio

"Generosa, alegre y una referencia para los que la conocieron dentro y fuera de las aulas". Así era Carmen Villalvilla González-Villalobos, histórica directora del colegio Dolores Medio fallecida el pasado sábado a los 79 años. La iglesia de San Francisco de Asís, en la plaza del Fresno (antigua plaza de la Gesta), albergó este lunes un emotivo y multitudinario funeral al que asistieron familiares, amigos y muchos excompañeros del mundo de la enseñanza asturiana, en el que Villalvilla era considerada una pionera. Sobre todo por su trabajo de integración con los alumnos de necesidades especiales.

La misa fue oficiada por Juan José Tuñón, cura titular de la parroquia de La Gesta. Durante su homilía, destacó la impronta que Villalvilla transmitió a quienes tuvieron trato con ella. "Deja un legado de valores muy importante. Es un día para dar gracias por todo lo bueno que hizo", recalcó. Tuñón ya había dado una sencilla oración el pasado domingo en el tanatorio, donde los familiares recibieron una oleada de cariño que agradecieron de nuevo en el funeral. "Os queda la alegría de saber que tuvisteis una gran madre y una gran abuela", les espetó Tuñón.

En la primera fila del templo, los hijos de la fallecida, Luis, María y Arabela, no pudieron contener las lágrimas. Lo hicieron arropados por las nietas (Claudia, Carla y Daniela) y por los hijos políticos, también visiblemente emocionados. Villavilla llevaba un lustro luchando contra una grave enfermedad frente a la que los médicos le habían dado inicialmente una esperanza de vida de entre diez días y dos años. "Su forma de afrontarla fue todo un ejemplo. Estaba más preocupada por sus hijos que por ella misma", coincidían algunos amigos de la familia minutos antes del funeral.

La vocación marcó la vida profesional de la docente, algo que también remarcó el párroco: "Su pasión por la enseñanza y por sus alumnos siempre estuvo por encima de todo y rechazó ofertas para ostentar cargos importantes". Sus innovadoras metodologías en el aprendizaje colaborativo, plasmadas en varios estudios que son referencia en la formación del profesorado, le hicieron ganarse un respeto en la profesión que aún era palpable pese a llevar más de una década jubilada.

Al final de la ceremonia, que duró unos 40 minutos y estuvo amenizada por la música de un piano, los restos de Carmen Villalvilla fueron trasladados al cementerio de El Salvador, donde ya descansa eternamente junto a su marido, el facultativo de minas allerano Armando Fernández Baizán, fallecido en 2016.