"El León de Oro" talla una brillante página musical en la Catedral de Oviedo
El coro luanquín exhibe todo su poderío ante numeroso público en su concierto de Semana Santa, con un programa de gran exigencia
El concierto de Semana Santa protagonizado por el coro "El León de Oro" se ha convertido, durante los últimos años, en una cita ineludible en el calendario de los melómanos ovetenses. En esta ocasión, ni las procesiones, ni el recital de la Sociedad Filarmónica que, a escasos metros de la Catedral metropolitana, se celebraba a la misma hora, ni siquiera el frío disuadieron a un público fiel que media hora antes del inicio del concierto ya ocupaba buena parte de la plaza Alfonso II el Casto y llenó por completo la nave central del templo ovetense.
Organizada por la concejalía de Hostelería, Turismo y Congresos –dentro de las actividades del programa "Oviedo, origen del camino"– y mediante la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA, la velada musical contaba, aunque sin pausa, con dos partes diferenciadas. La primera, con repertorio de los compositores flamencos del siglo XVI afincados en España. La segunda, con obras más contemporáneas en la que pervive la estética contrapuntística donde tanto destacan los luanquinos.
De este modo, el titular de la formación coral –Marco Antonio García de Paz– había titulado el programa "Libros de piedra" en honor al recorrido musical del que los muros de San Salvador han sido silenciosos testigos.
Pero este repertorio, formado por obras de Philippe Rogier, Pierre de Manchicourt, Nicolas Payen, Knut Nystedt, Arvo Pärt y Eric Whitacre, encerraba una gran exigencia que puso a prueba la calidad vocal de los gozoniegos. Los "leones" exhibieron un equilibrio notable, con un volumen presente y un color atractivo que contribuyó a una vibrante expresividad en cada una de las piezas interpretadas. Apoyados en unos graves muy poderosos, el coro completó la primera parte del programa sin fisuras (destacando sus interpretaciones de "Emendemus in melius" y "Osculetur me") evidenciando la experiencia atesorada durante los últimos años en conciertos y concursos por todo el continente europeo.
De la mano del "O crux", de Nystedt, la agrupación coral dio el salto a la sonoridad del siglo XX, conmoviendo a los asistentes a través de las disonancias y los choques armónicos, muy bien ejecutados, potenciados por la imponente acústica del marco catedralicio. Todas las cuerdas ajustaron los fraseos y lucieron una flexibilidad extraordinaria en la disposición, los tempos y el volumen para culminar una velada mágica, de hora y media de duración, mediante "When David Heard", una obra vistosa y de gran longitud cuyos múltiples planos requieren de una esmerada técnica vocal para llevar a buen puerto.
El público, entregado desde el primer momento, aplaudió de manera particular este final apoteósico, obligando a Marco Antonio a tomar la palabra para agradecer la asistencia y anunciar el bis de "O crux", el mejor prólogo para la Semana Santa.
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