El Marchica reabre por un día

Los antiguos trabajadores del icónico restaurante ovetense se reencuentran veinticinco años después de su cierre

En el centro, con chaqueta negra, la hija de los fundadores del Marchica, Luisa Suárez Beltrán, con los antiguos trabajadores del restaurante que asistieron a la comida.

En el centro, con chaqueta negra, la hija de los fundadores del Marchica, Luisa Suárez Beltrán, con los antiguos trabajadores del restaurante que asistieron a la comida. / Irma Collín

El 28 de febrero de 1999 fue un día de luto para la hostelería ovetense. Es la fecha del último día que estuvo abierto el icónico restaurante Marchica, situado en la calle Doctor Casal, frente a la Iglesia de San Juan el Real. Cinco lustros después de que las salas del restaurante bajasen la persiana casi dos decenas de sus antiguos trabajadores, que se refieren a sí mismos como "una familia", disfrutaron ayer de una comida en La Taberna Salcedo para recordar viejos tiempos.

"Esta gente es una familia que se creó allí". No lo dice cualquiera, sino Luisa Suárez, hija de los fundadores Marchica, inaugurado en 1956 por el matrimonio formado por Ramón Suárez e Isolina Beltrán. También trabajó allí y siguió la tradición. "Había que tirar por aquello, era un buen negocio con muchas familias trabajando, que a su vez formaban la familia Marchica", explica, alegre. Añade que le hace "mucha ilusión" cuando se encuentra a gente por la calle y le dicen lo mucho de menos que echan de menos al restaurante. "Es seña de todo lo bueno que se vivió y que se inició allí", apunta. Para Suárez estos 25 años desde el cierre son una fecha señalada y "había que reunirse" porque el último evento de este tipo, al que asistieron 35 personas, fue hace ya cinco años. La hija de los dueños también tiene un recuerdo para los que "ya no están" y hace un alegato a no perder la oportunidad de verse: "Hay que hacerlo todos los años".

Hace esa propuesta y baraja ya futuras fechas con el que fue el último metre del Marchica, Antonio Bermejo, de 74 años. Trabajó en la casa durante más de tres décadas. Empezó en la barra y recuerda que a los 15 días Ramón Suárez le dio paso a la sala "al ver cómo funcionaba". Echa mucho de menos aquello y afirma que "era un sitio que daba clase". En la comida estuvo el último metre, pero también el primero. Felipe Hernández llegó al Marchica desde la sección de hostelería del Real Club de Tenis y ejerció el cargo desde 1972 hasta mediados de los 80. "Era un sitio lleno de encanto", dice sobre Marchica, un establecimiento que llegó a tener una plantilla de más de 50 personas y que recibió la visita de muchísimos famosos. Uno de los personajes públicos que más marcó a este primer metre fue el tenor Luciano Pavarotti, que, según cuenta, entró por primera vez al restaurante cuando aún no era un artista de fama mundial.

De todos los antiguos empleados el único que queda con un negocio hostelero es el benjamín, Joaquín Fernández. Regenta La Taberna Salcedo, lugar donde se tuvo lugar el encuentro. Empezó a trabajar en Marchica en 1990, con tan solo 16 años. Recuerda a Ramón Suárez como "una institución". Nunca olvidará la frase que Ramón Suárez, de quien aprendió a ser hostelero, decía a los clientes: "Esta es su casa y yo estoy aquí para servirle". Le marcó. Como le marcó Marchica, un restaurante que fue un punto y aparte para él y esta gran familia.