Un final por todo lo alto para el ciclo de la Primavera Barroca

El ensemble "Arcangelo" cierra el programa ovetense ante un público entregado a su calidad técnica

La actuación de «Arcangelo» en la sala de cámara del Auditorio, ayer.

La actuación de «Arcangelo» en la sala de cámara del Auditorio, ayer. / Mario Canteli

Jonathan Mallada Álvarez

Jonathan Mallada Álvarez

La undécima edición del ciclo Primavera Barroca –organizado por el Centro Nacional de Difusión Musical y la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo– se cerró ayer con el brillante concierto que, con la colaboración de LA NUEVA ESPAÑA, ofreció el ensemble "Arcangelo".

Ante un auditorio menos numeroso de lo habitual –máxime en un ciclo que ha contado por llenos sus citas hasta el momento–, el conjunto surgido en 2010 mostró todo su nivel y evidenció el motivo de ser una de las formaciones más relevantes en el panorama de la interpretación bajo criterios historicistas. Integrada por sus cuatro componentes estables –Jonathan Cohen (clave y dirección), Colin Scobie (violín), Teodoro Baù (viola da gamba) y Sergio Bucheli (laúd)–, la agrupación exhibió una gran versatilidad y lució una sonoridad que, pese a la escasa variedad de la cuerda, resultó atractiva y muy sugerente en cada una de las piezas interpretadas.

En la primera mitad destacó la "Collection of old scots tunes", con unas melodías folclóricas que potenciaron toda su belleza mediante el escrupuloso tratamiento de Arcangelo. El propio Scobie se encargó de explicar brevemente esta composición y de agradecer al público (muy respetuoso durante las dos horas de recital) su asistencia, bromeando incluso con las condiciones climáticas del Principado.

Con todo, la "Ciaccona en do mayor" de Corelli o sendas sonatas del propio maestro italiano y de Telemann estuvieron ejecutadas con mucha pericia y delicadeza por parte del cuarteto musical.

La segunda mitad seguiría los mismos derroteros. Los matices que "Arcangelo" aportó a cada uno de los cincos movimientos de la "Sonata en trío número 3 en la mayor" de Erlebach fueron una delicia para los experimentados oídos de los melómanos ovetenses, aunque la pieza más destacada de la segunda parte sería la "Sonata número 5" de Schenck, reconstruida por el propio Baù a partir del análisis y el estudio del repertorio conservado del compositor neerlandés.

El público despidió en pie y con gritos de "¡Bravo!" el esfuerzo y la calidad de los intérpretes que ofrecerían, a modo de propina, un grout, sellando una nueva edición del ciclo barroco ovetense.

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