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Vicente Cue

Crítica / Danza

Vicente Cue

Juegos acrobáticos

Un espectáculo de bailarines convertidos en gimnastas que llegan a volar en el escenario

La compañía Käfig procedente de Val-de-Marne, un departamento cercano a París, presentó Vertikal un montaje de su director Mourad Merzouki, cuyas preferencias en sus anteriores trabajos se dedicaban al hip hop, especialidad de baile que surgió en las calles de los barrios de New York en la década de los sesenta y setenta del siglo pasado y que representa una danza de movimientos rápidos, desestructurados e improvisados muy basados en el suelo, parecido al breakdance. Pero, en esta ocasión, además de esta disciplina, el director busca nuevos enfoques y otras territorios ajenos a la danza. Por lo que abandona el suelo para enfrentarse a las leyes de la gravedad usando cuerdas que cuelgan del techo, sistema que también tuvo sus orígenes en el downtown de Nueva York hace más de cinco décadas cuando el Judson Dance Theatre salió a las calles de la gran manzana.

En Vertikal, los intérpretes utilizan arneses alrededor del cuerpo en los que se enganchan cuerdas o cables que les hace volar. En realidad, los bailarines se convierten en gimnastas en una exhibición grupal de actividades interdisciplinarias en las que parecen disfrutar y jugar colocando sus cuerpos bocabajo, horizontales, oblicuos y otras ocurrentes posturas, aunque en ocasiones los aspirantes a volar se quedan en simples marionetas. La intención del espectáculo es entretener con las sensaciones de la ingravidez. La acrobacia constituye la frase principal sobre la que se articula todo el calado estilístico del espectáculo. La representación se compone de tres fases. Las evoluciones en el aire, las contorsiones y múltiple convulsiones que se ejecutan en el suelo y las que se realizan trepando las paredes. Creo que a la danza aérea se le podría haber sacado más provecho. En ese vuelo escénico lo mejor fue, casi al final, el solo de una bailarina por su primor y elegancia.

Otro de los protagonista de la producción son las torres alrededor del escenario que se deslizan y dividen en diferentes secciones y por las que los bailarines trepan, suben, bajan y dibujan vistosas figuras. La iluminación, acreditada a Yoann Tivoli, se erige en un elemento esencial bañando de oro la escena, logrando con sus juegos de luces y sombras muchos de los momentos más atractivos de la función.

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