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antonio masip

Con vistas al Naranco

Antonio Masip

¿Boxeo? No, gracias; violencia, aún menos

Razones contra la brutalidad indiscriminada, incluso disfrazada de impostura deportiva

Siempre me pareció importante que haya hombres capaces de diferenciar los derechos humanos de un puñetazo en la nariz.

Frank Capra / James Stewart, “Caballero sin espada”.

Mucho afecto me une a José Manuel Ponte, tan buen escritor, al que apenas veo, solo leo. Sus preocupaciones son mías y la reciente brutalidad sin causa coincide con la inquietud ante la violencia galopante. En otro plano, acerado contraste y talento, el Ayuntamiento sostiene que va a hacer del boxeo atractivo para conocimiento internacional, visita turística y hasta ¡crecimiento comercial! (sic). No bastó, al parecer, con la charlotada de Mickey Rourke ni ser testigos de frecuentes peleas callejeras.

Como enemigo de toda violencia, incluso la disfrazada de impostura deportiva, estoy seriamente preocupado por el crecimiento de esa brutalidad sin causa que narra Ponte y por cualquier otra.

¿Cómo atajar de raíz lo que está pasando? Nuestro país tiene todavía el privilegio de la seguridad de la que carecen otros con enloquecida libertad para llevar armas o barrios en los que las autoridades recomiendan no adentrarse. Esa violencia ambiental, que relata Tom Wolfe, la he notado en el ancho mundo y desearía que no se adueñara de España.

Hay descrédito de Política y Judicatura, pero deberíamos abortar las violencias en el ansia posliberal de seguridad y democracia. Ponte lleva razón, o al menos, razones, frente a la brutalidad indiscriminada, sea cuál sea su origen.

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