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Mario Arias

“Inda” y el callejero de Oviedo

Respuesta a un artículo de Carlos Fernández Llaneza sobre Indalecio Prieto

El señor Carlos Fernández Llaneza vuelve a salir de la zona de confort de sus artículos melancólicos sobre el Oviedo de ayer para meterse en terrenos de crítica política al actual gobierno municipal. Así, en el del lunes, loa la figura de Indalecio Prieto y califica como injustificada, siguiendo la estela de sus compañeros socialistas, la decisión de quitar su nombre del callejero ovetense.

Para respaldar esa opinión, echa mano de argumentos que demuestran, por si alguna duda quedaba, que para la izquierda todo se justifica cuando se trata de uno de los suyos, mientras a los que no lo son se les somete a juicios sumarísimos. Así, en el caso de Indalecio Prieto, el señor Llaneza asegura que no se puede “juzgar sucesos acontecidos hace décadas” y más teniendo en cuenta que “una vida política tan extensa e intensa tiene, lógicamente, luces y sombras”. En la misma línea asegura que “muchos (¿el señor Llaneza no?) lo juzgan negativamente por su participación en los trágicos sucesos (qué eufemismo para disfrazar lo que ocurrió: un golpe de Estado contra el Gobierno de España) de octubre de 1934” y culmina con el perdón: “Prieto tuvo la honestidad y el valor de reconocer su error”.

He repasado los numerosos y prolijos artículo del señor Llaneza creyendo que tanta bondad al enjuiciar a “Inda” le habría llevado a reclamar que no se quitara el nombre de una calle a otros personajes (José Calvo Sotelo –asesinado por un grupo en el que iba el guardaespaldas de Prieto–, por ejemplo, y otros muchos que no cometieron los delitos de sangre del líder socialista), pero se ve que la capacidad de perdón y su visión de “no juzgar sucesos acontecidos hace décadas” la aplica con el embudo de su ideología; es decir, solo vale para sus camaradas del PSOE.

La izquierda siempre ha tendido a la idealización de sus acciones y a la demonización de las del centro-derecha. Va en sus genes creer que sus ideas son un salvoconducto para conseguir que parezca que hacen el bien cuando en realidad están haciendo el mal. “Inda” armó a la izquierda asturiana, dirigió su golpe de Estado del 34, inspiró y amparó las matanzas de octubre, pero lo hizo porque ¡el pobre! se equivocó y, como pidió disculpas, pues hay que olvidarlo. Al señor Llaneza le puede más su carnet del PSOE que su supuesto amor por Oviedo porque perdona a quien fue el responsable de los ataques contra la Universidad y la Cámara Santa, dos de los referentes del Oviedo que tanto pregona querer y defender.

Lo del 34 no fue una bucólica revolución, fue un golpe de Estado bajo el que se perpetraron asesinatos y acciones que deberían avergonzar a la izquierda. Y el responsable de ese golpe y de esos crímenes fue Indalecio Prieto. Pero ese no es el único borrón en la biografía de este personaje al que tanto admira el señor Llaneza. El gran Indalecio Prieto pasó a la historia también por sacar una pistola y amartillarla durante un debate en el Congreso de los Diputados para amenazar a un político conservador. También en ese caso pidió, a su manera, disculpas (“Ha ocurrido aquí un incidente profundamente desagradable, uno de cuyos autores, no de los iniciadores, he sido yo”), quizá por eso el señor Llaneza ni lo menciona. Como tampoco menciona otra acción gloriosa para ensalzar la personalidad y el legado de Indalecio Prieto: su oposición al voto femenino, lo que le hizo declarar cuando fue aprobado: “Se ha dado una puñalada trapera a la República”...

Aunque le resulte difícil entenderlo a un escribiente socialista como el señor Llaneza, es fácil comprobar que estamos ante un personaje con muchas sombras en su biografía que le impiden ser merecedor a una distinción como es la de dar nombre a una calle de esta ciudad que sus malas acciones regaron de crímenes, sangre y destrucción.

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