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Eva Vallines

Crítica / Teatro

Eva Vallines

El ficus, la choni y el iluminado

Si algo caracteriza las piezas de esta temporada mateína es la ausencia de una trama compacta en favor de la sucesión de sketches, chistes y gags más o menos ingeniosos. “Black Friday” comienza convirtiendo el teatro en un plató de rodaje de una serie con público en directo y risas enlatadas, aunque luego este recurso no tenga más juego a lo largo de la función. Fico (Álvaro Celemín) y Xeli (María Piquero) son dos hermanos que viven con su supuesta abuela, a la que nunca vemos y solo la oímos reclamar las pastillas y la cuña. Él es un colgado de los videojuegos, que no se despega de la consola y el sofá y ella una choni "new age", que hace acompañamiento holístico y postureo yoga junto a esotéricas sesiones de amatista. Valentín Sebastopol (Pedro Fernández), extraño personaje miembro de la Hermandad del Perpetuo Auxilio, es un iluminado que trata de inscribir a la abuela en sus filas e irrumpe en el hogar para desestabilizar aún más a esta familia. Comedia de situación con vocación crítica y salidas al proscenio dirigidas al espectador para que tome nota y reflexione. Los cambios de luz y los números musicales dinamizan una trama que no llega a sustancializar sus ideas. El trabajo actoral en clave de farsa saca a flote a unos personajes pusilánimes, víctimas del “bisnes de la vida eterna”, las religiones nuevas y antiguas y las comeduras de coco varias. La resolución un tanto precipitada, en la que la abuela ausente resulta ser una madre preocupada por sus hijos que se fuga a Torremolinos y Xeli y Valentín se enamoran como dos tortolitos, cierra una comedia a la que le faltan elementos humorísticos y le sobran lugares comunes.

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