Crítica / Música
Vetusta tiene su música
El brillante estreno de una obra de la asturiana Raquel Rodríguez
Siempre es un placer asistir a un estreno, más si es de casa y sumándole que es una compositora asturiana, joven pero con larga trayectoria como Raquel Rodríguez (1980), para redondear un concierto donde convivían con la carbayona nada menos que "papá Haydn" y Mahler, cuyo tiempo ya ha llegado hace más de un siglo, tradición y modernidad en la sempiterna y melómana Vetusta.
Oviedo Filarmonía (OFil) sigue creciendo bajo la batuta de su titular Lucas Macías, quien prosigue su apuesta por incluir mujeres compositoras en los conciertos, y este sábado abría un ciclo titulado "Mapa Sonoro de Vetusta" estrenando "“Albidum”, camino hacia las estrellas" de la ovetense, cinco movimientos partiendo del origen de la palabra latina traducida como "blanquecina", uno de los probables orígenes del topónimo de la capital del Principado para una historia sinfónica y asturiana, siglos traídos al nuestro con la música de bella factura y mucho oficio de Raquel Rodríguez.
Obra contundente en efectos y efectivos, escritura muy elaborada cual banda sonora desde los indígenas astures en peregrinación al Salvador, el Júpiter efectista guiando ese "campo de estrellas" para una orquesta luminosa bien llevada y estudiada por su titular, una "introspección" con la diosa Trivia completando el simbolismo de una página sinfónica más que blanquecina resplandeciente, largamente aplaudida por un público que la entendió cercana, luminosa y cálida.
A Franz J. Haydn (1732-1809) se le considera el padre de la sinfonía y del cuarteto de cuerda, con amplia y variada producción donde el "Concierto para violonchelo n.º 2 en re mayor, Hob. VIIb:2" ocupa lugar prominente entre sus obras más escuchadas, esta vez con otro joven intérprete, Sheku Kanneh-Mason (Nottingham, 1999), quien con 13 años ya maravillaba en este repertorio concertístico. Era muy esperada su interpretación desde su dominio técnico, unido al sonido maravilloso y corpóreo de su chelo, siempre bien concertado por el maestro Macías en sus tres movimientos "clásicos" llenos de energía.
No puede faltar Gustav Mahler (1860-1911) en toda temporada que se precie, esta vez con su "Cuarta sinfonía". Excelente orquestación aunque más "ligera" que en otras sinfonías, pero perfecta para la plantilla de la formación ovetense y poder disfrutar todas y cada una de las secciones de la OFil con Lucas Macías dominador de la partitura memorizada hasta el último detalle, jugando y apostando fuerte en los aires muy controlados y respondidos a la perfección por "su orquesta".
Volumen suficiente y pura emoción mahleriana de la soprano francesa Elsa Benoit, de nuevo con la orquesta en su mejor momento, un universo sinfónico plagado de estrellas en cada primer atril, disfrutando de Birgit Kolar como concertino por partida doble y redondeando una tarde joven para todas las edades.
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